Sonó el teléfono, con la prestancia que se me ocurre e
imaginando de quien se trataba, el muchacho
respondió. Era ella, después de una larga espera era una emoción saber de su
pareja, escuchar su voz, se trataba de concertar una cita que se había
postergado por mucho tiempo, a punto de realizarse, como la primera vez.
La vio junto a la esquina, se
miraba emocionada, tanto así que corrió hasta el auto, lo besó y con un hola
muy simpático se sonrojó, como adolescente. Se cruzaron las miradas y daban crédito
al suceso, después de varios meses de ausencias, se quedaron callados por el
encuentro. Silvia se conservaba mas bella que nunca, con esa cara de inocencia
que la engalanaba y cautivaba a quien la admiraba.
El encuentro los trasladó hacia el espacio infinito,
mientras se cruzaban algunas preguntas de rigor, del estado de salud, de la
familia, del trabajo, etc. Acto seguido buscaron un lugarcito donde almorzar y
expandir la charla, vaya si no la chica era buena para eso.
La miraba fijamente, aunque ella se escabullía y se escondía
perdiendo la vista, entonces trataba de adivinar sus pensamientos, escudriñándole
las facciones, lo terso de su piel y la
textura de sus labios, ella comentaba de sus alumnos, del viaje a un parque de
diversiones, mientras el chico a pesar de que escuchaba sus emociones le
impedían ponerle la atención adecuada. Volaba en su imaginación, estaba
anonadado, trataba de adivinar como penetrar en los adentros de su cabeza alborotada.
Bernardo retomó la situación, haciendo un paréntesis para
hablar lo que le interesaba, lo relacionado a su relación de amistad, pero le fue
difícil, insistía en sueño de tomarle las manos, suaves y ligeras, para
trasmitirle, su calor sus ideas. La piel morena y delicada de la chica, le
incitaba ha comentar, hablar de algo mas que deseaba escuchar. Sin embargo
cuando él insistía en remover los comentarios, el tema era suspendido
abruptamente. En un impulso trató de quitarle las gafas, para ver su carita en
todo el esplendor, fue imposible, entonces se dio cuenta que estaba hecha un
manojo de nervios, el requerimiento fue audaz, causándole inconformidad y desagrado.
Optó entonces, por tomarle la mano, esto
la inquietó. A veces el tacto dice mas que cien palabras, el sonido de las
palpitaciones de ambos se confundieron en el momento reflejando un tenue
temblor de cuerpo, el nerviosismo los hizo acompañarse, en un idilio traducido en un emocionante encuentro.
En la historia de la charla se varió la temáticas, donde
ambos nos limitábamos a responder con un aja, si, que bien y a veces
simplemente con gesticulaciones. A pesar de lo lacónico el joven, buscaba a
toda costa tener la oportunidad de decir las palabras mágicas que le hacían palpitar
el corazón bailando en su pecho y soltarlas con pasión al decir cuanto la
quería.
Humilde comía como pajarito, no se si porque era algo que
no le gustaba o simplemente estabas inapetente por estar frente a su antiguo
pretendiente, bueno todo era factible elucubrar, pero sin demeritar la plática,
esta fluía fácilmente de su boca, tornándose agradable en ocasiones jocosa. Tonteras
quizás.
Con toda clase de comentarios le bajaron el cuero a la vida
y compusieron tantas cosas mal trechas del mundo, los haberes de la vida, se continuó con la vigilia de verle el rostro,
aunque fuera por arriba de los espejuelos, que mas parecían colgarse de un par
de tomates las exhuberantes mejillas. Ella recibió una llamada y si requerir
explicación, ella mencionó se trataba de un problemas de la escuela, guardó su
celular como haciendo memoria de la plática, muy discretamente envolvió la mitad del
emparedado, para dedicarse a consumir únicamente las tortillas de maíz tostado con queso
fundido. Pero la pregunta flotaba en el ambiente, ninguno había sido capaz de
hacer las preguntas adecuadas, sobre los sentimientos que en algún momento
fueron la parte primordial de esa relación, las miradas se entrecruzaban frente
a frente en esos lindos ojos, porque…..?
Con la cautela del caso nadie quiso saltarse las trancas,
aunque en realidad lo que ambos deseaban era ver la reacción de deseo,
confesiones y remembranzas. Ella estaba nerviosa, intranquila, a veces concentrada,
sumisa, en otra ausente, como si esperaba algo. A lo mejor querría decirme algo
una confesión, un exabrupto, Pero la mente jugaba con las ideas, con las
ilusiones que quizás ellos estaban deseosos de escuchar. Se quedó allí en el
olvido o en la reserva, en un querer hacer y sin arrepentimientos, o quizás
botar cualquier oportunidad de reconciliación.
Un sonriente gracias y se encontraban prestos a salir,
cuando de la puerta del carro La joven regresó hasta el Restaurante, un poco
precipitada, como quien hubiese olvidado algo. Bernardo sentado en el asiento
de la izquierda la observaba a través del retrovisor del auto, el viento le
hizo la jugarreta de levantarle el corto vestido de flores, lo cual impidió con
una acción de las manos, se volteó para ver si alguien le había observado sus rollizas
piernas a media pantorrilla. Los zapatitos bajos de color negro con un adorno
hacia la punta, se deslizaron suavemente, en los saltos para subir las gradas. Se
hacía acompañar de su cartera en la mano de un suéter blanco. Pocos minutos después
apareció un tanto despeinada en la puerta derecha. Entró an abrir la
portezuela, después de acomodarse los espejuelos, que llevaba en las manos,
para limpiarlos, entraste al auto, retomó la charla con un gracias por la
comida y un mensaje que se hacía tarde para el regreso.
--- Tenía la idea que me
darías las gracias con un beso. --- Pero ella se quedó con la mirada fija hacia
donde él estaba
--- Yo se te lo ganaste, pero
allí donde me dejes te lo voy a dar.--- sentenció.--- si es que tu quieres.---
Salieron con rumbo desconocido, rrecorriendo
algunas calles, hasta llegar a la entrada del periférico, la charla aunque no
se había suspendido, era pausada, como quien se le ha terminado la temática de
seguir adelante, discutieron algunas cosas del pasado, del porque lo prolongado
de la ausencia, la no comunicación posterior, en fin de cosas que quizás como
corolario no era la mas adecuada El auto se detuvo frente a una floristería
donde como un gesto de paz, el joven le compró un ramos de flores. Se pusieron
de acuerdo sobre la conveniencia de olvidarse del pasado y de permitir la
comunicación vía teléfono, con el compromiso de meditar las acciones de allí en
adelante.
El auto, se detuvo en ese bendito lugar donde se iba
realizar la tan ansiada despedida. Hubo un momento de resistencia donde ninguno
de los dos quería despedirse, unos momentos mas, quizás porque iban a ser el
postrer encuentro, de allí hasta saber cuando. Hubo un momento de silencio,
preámbulo a la finalización de la cita. La tomó entre sus brazos con la escusa
de que se trataba del abrazo de cumpleaños, y le depositó un beso cálido en la
mejilla derecha, ella hizo lo correspondiente, luego rozó los labios, que
comprometieron la ternura, del encuentro. La temperatura del momento, selló el espíritu, con un te amo en silencio, se
produjo un nuevo chasquido en la otra mejilla y ella entregó dulcemente mas que
un beso, impregnado en el, lleno de cariño
y sabor a mujer, a mujer bonita.
Desapareció entonces por la
escalinata que la llevaba a la estación, tímidamente lanzó un tierno saludo al
mover su mano, un hasta pronto, que se quedó bañado con una ausencia.
Todo vuelve a la normalidad. Bernardo se dirige a su
oficina, reacciona y como un desahogo, marca el número. Silvia toma su celular:
---Es para decirte adiós, la velada fue fantástica, emocionante como
nunca, que dejó reafirmados mis convicciones de los sentimientos que te
profeso, que fue tan especial, como siempre las cosas especiales de las que
hablamos, con unos cuantos cambios de colores rubores acaso, pero siempre
hermosos.---
Las disculpas se dieron de ambos
lados, el no haber tenido el valor de decir cuanto nos queríamos, como si hiciera falta,
pero al fin se dijo y mas importante era
que era reciproco.
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