En sus caminos de piedra, los corredores, atletas que procuraban sus ejercicios quemar sus penas, con el hábito de algún deporte, marcaban el paso por las veredas. En el otoño, los volcanes de hojas secas que se arremolinaban junto a los vástagos en flor, hojas que con movimientos ondulares descienden de las copas de los viejos pinabetes, muchos cargados de polvareda, gotas de rocío y uno que otro nido de ave.
Las campanas despiertan el alba invitando a los vecinos a desperezarse con la palabra del Buen Dios que insita a estrenarse de rodillas en los tablones teñidos de barniz con reclinatorios de esponja. Las débiles candelas que se asoman en el altar mayor, compiten con las lámparas que iluminan el recinto mientras las fieles asisten cubiertas de rosarios y mantillas.
La misa ha comenzado y el cura procura bendiciones para los parroquianos.
Mientras tanto en la cumbre, en las bancas de cemento que rodean la capilla una pareja se hace promesas, se amalgama en una concertina de besos y de un te amo, que circunda los volátiles instintos junto a las flores que al tornarse bochornosas, dejan caer el rocío guardado de la madrugada.
Es casi el medio año y las lluvias se han dejado sentir por las tardes, el ardiente sol que por ratos se asoma para aspirar en vapor los charcos. Invita en silencio a que los transeúntes deambulen alegremente por los callejones solitarios.
Serena se ha procurado a través de una excusa encontrarse fuera de casa, es que esa curiosidad de enamorada la hace repasar a lo largo por la calle y sin voltear a ver, como sin darle importancia, e investigando con el rabo del ojo hacia el lugar que ha plasmado como en el recuerdo colgado en la cornisa de los sueños, allí esta se dijo hacia sus adentros.. el muchacho que tanto le esperaba siempre en el cobijo del Cerrito del Carmen.
Presurosa corrió calle abajo, con la esperanza de no ser vista, bordeo la esquina y se detuvo fatigada, se recostó en el balcón de una ventana, hizo descanso y el tiempo necesario para recuperar el aliento, como que estaba segura de haber pasado inadvertida. Continuó su paso, al encontrarse frente a la puerta de la casa se sacudió la falda, se medio arregló el cabello e incorporó una sonrisa en su rostro, como quien dice nada……
Hoy no se han visto, pero seguro que está allí, la debe de estar vigiando, si allí en el canto de la fuente, desde la tarde aquella que por azares del destino le conoció, no se quedado tranquilo, la persiguió, la presiona y le insistió. Cuantas veces, no se, deseó tenerla en sus brazos, para hacerla sentir bien, soñaba con los mimos, que hacían que volaran sus fantasías, de sentirse que la amada, de sentir tranquilidad y ensueño………
Hoy sale ella con toda la intención de enfrentar a su gendarme, a la sombra que le insiste de mañana y de tarde. Se dirige al engramillado donde arrancan las gradas cubiertas de lajas y mohos, con paciencia alpina adelanta por la escalinata hasta alcanzar la pequeña fuente que sirve de piscina a los clarineros. No está….
---Que vaina…….--- dice para si.
Se sienta en la orilla de la banca que le da la espalda al convento, con un rostro de decepción pone sus manos juntas y golpetea su regazo……
Las avecillas pululan en el cielo y se precipitan hacia el agua de la fuente, mientras tras de sus trinos, el viento las empuja en piruetas hacia el cielo.
De pronto alguien le toma por la espalda y le cubre los ojos con las manos, ella nerviosa permanece lívida ante la sorpresa, toca las manos de quien la ciega y en un decir amen se suelta y se pone de piel frente al sujeto.
--- Serena…..--- dice entrecortado el joven.
Ella intenta evadirse pero le toma de la mano y la retiene. Ella con una expresión de felicidad y no quiero, se compromete y le encara.
--- Oigame de una vez por todas, le pido que me deje de estar vigiando…..---
--- Alberto es mi nombre y me muero por conocerla personalmente.---
---Pues como se llame…, ya he llegado al colmo de su persecución, déjeme en paz.---
---Escuche… míreme a los ojos y me dice francamente si no le interesa mi amistad---
El tiempo se hizo eterno, y las hojas del otoño, se fueron con los aires de los barriletes, que se compenetraron el días fríos, con retazos navideños y el encuentro se hacia mas frecuente y mas íntimo, aunque siempre buscando a las escondidas, un puro amor de maravilla que se intensificaba con el tiempo.
Su secreto le rasguñaba el alma, lo desconocido de sus pasado le hacía temer por la certeza y fidelidad del hombre que le infundía respeto, seguridad y tantas cosas que le daban alientos a continuar en esa aventura.
Llegó el principio de año. Serena con sus mejores galas se encaminó hacia el punto de reunión con Alberto, era su cumpleaños y había aceptado a tomar un café con pastel, que fue de ese día fue fantasía hecha realidad después de la función vespertina del cine, culminó su tarde noche en el cuarto de su amante, vaya si no fue un encuentro de pasión, besos y cuantas cosas previas a un hacer el amor, que le llevaron a lo mas alto de las emociones. Fue todo un romance divino….Todo se fue el despertar a la realidad. Huyó despavorida como quien comete un delito……
Ironías las de la vida, ella se encontraba atada a las circunstancias de una aventura anterior, pero así…. tenía un hijo, que en algún momento también figuró producto del amor con el hombre que la mantenía encerrada en las cuatro paredes de la prisión del hogar.
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