jueves, 19 de mayo de 2011

23. TIEMPOS AQUELLOS

             Cuando acaricio tus cabellos, tinte gris, finos, me vienen a la mente aquellos rizos café azabache que poblados caían alisados sobre tus hombros y derramaban sus puntas hacia fuera como la moda del momento, que tiempos aquellos, las nubes del tiempo de los 60, habían hecho que miles de cosas agradables pasaran.

          Pero mejor que eso, fuerte y sobrio se cimentó. Hizo que fuera más que perdurable nuestro amor. Ya mis ojos se ven cansados, mis fuerzas no son las mismas, mis piernas hacen mi caminado evidente. Los frecuentes olvidos me hacen inspirar que la frecuencia con que te digo cuanto te amo sea cada vez menos frecuente, aunque no sea lo mas adecuado.

          Que ya no piensas tanto en mi, lo se, que te absorben los nietos también, Bien es parte de la vida diaria, los clavos del trabajo, los jolgorios de tu familia, y las abundantes charadas, de hijos y nueras, bueno pero se que tus sentimientos, a pesar de todo no han cambiado.

          Es interesante, hemos caminado juntos, batallado incansablemente, para ver crecer a la descendencia, fruto de nuestro amor y lo seguimos haciendo como desde el primer momento  y eso me hace refrescar la memoria que cuando iniciamos la tarea no había mas que para hamburguesas una vez al mes y en día de pago. Pero la disfrutábamos y lo reflejábamos en los hijos que se aplicaban a nuestra situación de precariedad.

          Te recuerdas de jornadas emocionantes, como cuando nos conocimos, que abusivamente hice un enceste de la bolita de papel que anido en el escote por donde mostrabas tus grandes atributos, verdad que si! Tu sabes tuve que  salir corriendo para contenerme la risa de la mentada travesura.

          Pues son indelebles los recuerdos, de cuando nació el primero de los hijos, que casi nos echamos al abuelo con un sorbo de belladona, la pasamos entre la sala de labor  y la emergencia del Hospital, pero que experimentamos la emoción de compartir un niño allá, en el cuartito de la casa de la abuela, allá en la 15 avenida.

          Vaya que no se me olvida, la vez que me salvaste la vida, después de haberme ahogado por una regurgitación somatándome miles de veces las espaldas, no se si para expulsar el vómito o para echarme riata. Sobretodo la aparición de mi primo el médico que fue solo a llenarme de bocanas de humo de cigarrillo, que me dejaban peor o casi muerto.

          Mas recientemente, en otro episodio, en que te ayudé a aterrizar en las gradas del Partenón allá en la Grecia antigua, donde dejaste la marca indeleble de la rodilla, a esos viajes al otro lado del charco, al fin siempre te lanzabas algún clavo. Vaya que siempre en la memoria.

          Tanta cosas nos han pasado que se han tipificado como clavos que me has aguantado, cuando por destino fuimos a parar al Hosp. General a ver a uno de los hijos que había sido balineado en la mano y mientras esperábamos se acercó un enfermero y me preguntó:

--Haber y a usted que le pasa?.—

-- Pues a mi nada – contesté – y a Usted? ---

          Es toda una vida en su mayoría de alegrías  y buenos momentos, pero sobretodo sentir el uno por el otro, cariño, comprensión. Amor del Bueno. Lo digo desde muy adentro de mi corazón. Y tú?.

          Así fue el clavo de Cobán, cuando perdiste el bolso, con chequeras, tarjetas de crédito y sobre todo el pistal que cargabas….ja,ja. Hiciste un revuelo tal  que te había robado, que la deje en la silla, etc. Que hasta el Gerente del Hotel. Perdió el compás. Luego de un tiempo de la trifulca Bernardo, el empleado de las habitaciones, apareció a efectuar sus buenos oficios y registrar el cuarto y encontró el bolso en el la orilla de la ventana cubierto por las cortina. Vaya abrazo y hasta beso que le zampaste por el hallazgo, y yo que?  Pintado…. como que se te olvidó que yo estaba no…..

          Enormes aventuras donde participamos, como cuando viajabamos con todo e hijos y familiares al puerto, las borracheras con tu padre y hermano, memorables las quemadas de canilla resueltas con pasta de dientes y con sobada y todo. Y que mas la película que me tocaba ver con los clavos de tu cuñada en perfección de tu hermano por las playas del Hawai. Vaya si no, me recuerdo de cuando el terremoto que dormíamos con la tropa dentro del Microbus, allá en el parqueo de la zona 9, cuando temblaba todo el mundo salía al jardín gritando y pasándose encima de todos.

          Pero mas que eso y de los recuerdos, tu estas allí estoicamente, aguantándome y dejándote aguantar, que la belleza que tienes aun en la tercera edad, mejor dicho en la cuanta o a saber, se mantiene. Se tanto el reflejo de parecido en dos de tus nietas que hace que se trascienda de edad y belleza. Lindas Claudia Isabel, Maria Alejandra, Sofía Ximena y Marta Isabel.

          Por eso te amo, por tanta y tantas cosas que nos ha tocado vivir y renacer y las metidas de hombro, consuelo en los diferente pasajes que han hecho pauta en la vida.

          Y ya tu pelo esta ralo y plagado de canas, pero eres tu la misma en cuerpo y alma. Con mas rasgos de paso del tiempo, pero con el alma blanca, con esa alma de servicio y sacrificio que quizás no hemos sabido apreciar y digo hemos, porque los que han disfrutado de caricias y demás cosas han sido los hijos y los nietos, que no han valorado la presencia de la YAYA.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario