La
tarde caía, una de esas tardes de otoño que mezclan frío con ráfagas de viento,
levantando las hojas ya marchitas en zigzagueante vuelo por todo el antiguo
parque, la sombra de los árboles que también se bamboleaban como gigantes, produciendo
sombras a su paso, los invisibles vientos me golpeaban la cara, levantando las
solapas de mi capa. Los visitantes anónimos de las bancas de hierro retorcido,
cobijaban en algunos casos a parejas amalgamadas en un encuentro de amor. Otras
ocupadas por ancianos meditando el transcurrir de la vida, otros mas contando
el tiempo de espera o deshojando el interior de un periódico, dejando escapar la inspiración, sorpresa e
intriga con las noticias.
Caminaba
por el sendero, cubriendo mi cuerpo con un abrigo por demás largo hasta los
tobillos, la bufanda cuadriculada ensortijada en el cuello, contrarrestaba lo
frío de esa tarde. Las manos semi congeladas, cubiertas y escondidas entre las
bolsas, se frotaban en la franela para disimular lo gélido del clima.
Pensaba,
más bien soñaba de cuando alegremente disfrutaba de la presencia de la joven dama
con quien me acompañaba por los senderos, tomados de la mano correteábamos las
largas y entretenidas sonrisas, con resplandeciente facies angelical. Ese
esplendido rostro coronado con labios de rojo encendido, que siempre fueron
dulces, apetecidos, e insinuantes al amar. Tiempos aquellos, los calendarios se
había hecho viejos a la par de las canas
que punteaban en mi cabeza, mas un recuerdo que lo mantenía brillante y
hermoso.
Un
teléfono celular sonó de pronto, que me sacó de mi ensimismado pensamiento.
--- Aló…..instintivamente traté de
ver la procedencia de la llamada…. Número desconocido...---
--- Hablo con Gerardo – indicó una
voz femenina, suave, angelical, que parecía lejana.
--- Si él habla…. con quien tengo
el…..---me interrumpió un suspiro.
---Soy yo amor mío….quien alguna vez
te dijo que nunca te olvidaría---
Me
quede mudo, no sabía que contestar, las ideas revoloteaban en mi cabeza y no
lograba ponerlas en orden.
---Magdalena…--- dije por fin.
--- Si soy yo, hace tanto tiempo que
no se de ti, que decidí tomarme el atrevimiento de hacerte la llamada...
--- Si dime……que sorpresa tan
agradable, como te encuentras---
---Espero no te moleste que te llamara
después de tanto tiempo-
---Al contrario, me alegra, me
complace muchísimo, que aun te recuerdes de nosotros… digo de mi…--- sabes, me
encuentro en el lugar preciso del bosque donde solíamos encontrarnos, lugar que
fue nuestro nido de amor---
---Que bien, coincidencia
quizás….pero si volteas a tu derecha en dirección de la fuente, verás a una
vieja que te hace señas y te observa a la distancia.
--- No mas vieja que yo, jajaja… si
eres tu?, si te veo, que haces allí…..---
Tomé
un paso ligero y me acerque de prisa al centro del parque donde coronaba una
fuente de tipo colonial, con chorritos de muchas salpicaduras. Allí en la banca
del frente, envuelta en un abrigo negro, la silueta elegante de una dama,
sentada de pierna cruzada mostrando la rodilla
y las pantorrillas cubiertas de un nylon negro transparente.
Portaba
un sombrero de ala ancha con malla que ocultaba el rostro, sus manos cubiertas
con guantes de cuero del mismo color, que se entrelazaban en su regazo
jugueteando nerviosamente un aparato celular.
---Magdalena! --- dije al acercarme.
Quizás
con un pequeño sobresalto volteaste a ver, mientras con tus manos removías la
malla que cubría tu rostro. Tu rostro, que otrora significó mas que mi vida,
aun lozano, pero con matices de maquillaje para disimular en devenir del
tiempo.
---Gerardo… es un gusto verte.
Te
pusiste de pie, aquella figura que aun interesaba mi esplendido sentimiento que
aun hacía que las palpitaciones del corazón se tornaran abruptamente en galope. Pensé en abrazarte, en tomarte entre
mis brazos y decir que el tiempo no era nada, que el instante donde había
concluido nuestra relación había volado al infinito y que se trataba de una
continuación de un idilio tenaz y verdadero, que nos había llevado desde la
adolescencia a fundirnos en tantos y
tantos besos como hojas caían de los árboles por la temporada.
Sin
una explicación, sin un adiós había desaparecido veintitantos años atrás, sin
dejar huella, ese aroma sutil de fragancia juvenil que me impregnaba mis
pensamientos permanecía inmóvil en la memoria así como el calor del ímpetu de
tus caricias que me incitaban, que mi cuerpo insulso ansiaba retener……Y tu
figura hermosa se desmoronó entre mis brazos y desapareció al igual que el
viento en ráfagas quese llevó mis memorias.
Los
clarineros alocados revoloteaban con sus graznidos en persecución de los
sanates, inquietos todos en búsqueda de una rama para pernoctar, la tarde se
había hecho presente, el tiempo se había escurrido entre los rayos del sol y
los vientos vespertinos de una tarde de celajes.
Recuerdo que cuando en
las hojas ya secas y la grama, intentábamos enlazarnos, abrazados, apasionados
y sentirte lozana entre mis brazos, cuantas cosas nos habríamos dicho, cuantas
promesas se pasaron bajo el brazo y cuanta mansedumbre fue testigo del arrebato
de una joven dispuesta al amor. Comprometidos esa era la palabra, recorriendo
con mis manos alrededor de tu cintura había descifrado el centro de tu alma,
si, estábamos enamorados. La consigna era la oposición de tus padres, una
batalla imposible, el recurso de secuestrarte era inminente, era tan solo el
abandonar la escuela y volar con los pensamientos, con los sueños a un lugar no
predestinado, el infinito que fuera un mas allá de un romance.
La
negativa no se hizo esperar y como rufianes
planeamos en medio de las sombras de la noche el escape al paraíso, el lugar
fue fijado y la hora establecida, ah! Cuantas cosas pasaban en ese entonces.
Tomé la mochila y me dirigí hacia la Estación de La Ermita, a eso de las 7.00 AM.
El tren mas lento que
perezoso se presentó puntual a las 7.25, pescueceaba esperando verte llegar
hasta el punto pero fue en balde, sonó tres veces el silbato y vagón de
pasajeros se corcoveó en el inicio de la marcha y el convoy se alejó con todo y mis
esperanzas.
Nunca más volví verte…
Desperté bañado en
sudor, enjugado en mis sábanas con la palpitación acelerada, el tiempo había
pasado y tu frágil figura se desparramaba en los pensamientos, los sueños te
borraron del mapa, nuestro idilio fue llevada en un torbellino de dimes y
diretes donde se extinguieron las ilusiones y las alas del olvido, e hicieron que la llama se apagara en la cenizas de mi sentimiento que se disipó con el consiguiente
olvido. Ni una palabra y el olvido se
tornó ausencia y despedida.
Ahora
sentado en mis recuerdos, caminaba todas las tardes en este jardín de mis
ilusiones, como de cuento de hadas,
quizás con la esperanza de saber o tener alguna noticia de tu persona . Como
hoy que fugaz te vi una vez mas y todo fue una quimera una ilusión en tarde de
Otoño.
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