miércoles, 18 de mayo de 2011

19 TARDES DE OTOÑO



          La tarde caía, una de esas tardes de otoño que mezclan frío con ráfagas de viento, levantando las hojas ya marchitas en zigzagueante vuelo por todo el antiguo parque, la sombra de los árboles que también se bamboleaban como gigantes, produciendo sombras a su paso, los invisibles vientos me golpeaban la cara, levantando las solapas de mi capa. Los visitantes anónimos de las bancas de hierro retorcido, cobijaban en algunos casos a parejas amalgamadas en un encuentro de amor. Otras ocupadas por ancianos meditando el transcurrir de la vida, otros mas contando el tiempo de espera o deshojando el interior de un periódico,  dejando escapar la inspiración, sorpresa e intriga con las noticias.
          Caminaba por el sendero, cubriendo mi cuerpo con un abrigo por demás largo hasta los tobillos, la bufanda cuadriculada ensortijada en el cuello, contrarrestaba lo frío de esa tarde. Las manos semi congeladas, cubiertas y escondidas entre las bolsas, se frotaban en la franela para disimular lo gélido del clima.
          Pensaba, más bien soñaba de cuando alegremente disfrutaba de la presencia de la joven dama con quien me acompañaba por los senderos, tomados de la mano correteábamos las largas y entretenidas sonrisas, con resplandeciente facies angelical. Ese esplendido rostro coronado con labios de rojo encendido, que siempre fueron dulces, apetecidos, e insinuantes al amar. Tiempos aquellos, los calendarios se había hecho viejos  a la par de las canas que punteaban en mi cabeza, mas un recuerdo que lo mantenía brillante y hermoso.
          Un teléfono celular sonó de pronto, que me sacó de mi ensimismado pensamiento.
--- Aló…..instintivamente traté de ver la procedencia de la llamada…. Número desconocido...---
--- Hablo con Gerardo – indicó una voz femenina, suave, angelical, que parecía lejana.
--- Si él habla…. con quien tengo el…..---me interrumpió un suspiro.
---Soy yo amor mío….quien alguna vez te dijo que nunca te olvidaría---
          Me quede mudo, no sabía que contestar, las ideas revoloteaban en mi cabeza y no lograba ponerlas en orden.
---Magdalena…--- dije por fin.
--- Si soy yo, hace tanto tiempo que no se de ti, que decidí tomarme el atrevimiento de hacerte la llamada...
--- Si dime……que sorpresa tan agradable, como te encuentras---
---Espero no te moleste que te llamara después de tanto tiempo-
---Al contrario, me alegra, me complace muchísimo, que aun te recuerdes de nosotros… digo de mi…--- sabes, me encuentro en el lugar preciso del bosque donde solíamos encontrarnos, lugar que fue nuestro nido de amor---
---Que bien, coincidencia quizás….pero si volteas a tu derecha en dirección de la fuente, verás a una vieja que te hace señas y te observa a la distancia.
--- No mas vieja que yo, jajaja… si eres tu?, si te veo, que haces allí…..---
          Tomé un paso ligero y me acerque de prisa al centro del parque donde coronaba una fuente de tipo colonial, con chorritos de muchas salpicaduras. Allí en la banca del frente, envuelta en un abrigo negro, la silueta elegante de una dama, sentada de pierna cruzada mostrando la rodilla  y las pantorrillas cubiertas de un nylon negro transparente.
          Portaba un sombrero de ala ancha con malla que ocultaba el rostro, sus manos cubiertas con guantes de cuero del mismo color, que se entrelazaban en su regazo jugueteando nerviosamente un aparato celular.
---Magdalena! --- dije al acercarme.
          Quizás con un pequeño sobresalto volteaste a ver, mientras con tus manos removías la malla que cubría tu rostro. Tu rostro, que otrora significó mas que mi vida, aun lozano, pero con matices de maquillaje para disimular en devenir del tiempo.
---Gerardo… es un gusto verte.
          Te pusiste de pie, aquella figura que aun interesaba mi esplendido sentimiento que aun hacía que las palpitaciones del corazón se tornaran abruptamente en  galope. Pensé en abrazarte, en tomarte entre mis brazos y decir que el tiempo no era nada, que el instante donde había concluido nuestra relación había volado al infinito y que se trataba de una continuación de un idilio tenaz y verdadero, que nos había llevado desde la adolescencia a fundirnos en  tantos y tantos besos como hojas caían de los árboles por la temporada.
          Sin una explicación, sin un adiós había desaparecido veintitantos años atrás, sin dejar huella, ese aroma sutil de fragancia juvenil que me impregnaba mis pensamientos permanecía inmóvil en la memoria así como el calor del ímpetu de tus caricias que me incitaban, que mi cuerpo insulso ansiaba retener……Y tu figura hermosa se desmoronó entre mis brazos y desapareció al igual que el viento en ráfagas quese llevó mis memorias.
          Los clarineros alocados revoloteaban con sus graznidos en persecución de los sanates, inquietos todos en búsqueda de una rama para pernoctar, la tarde se había hecho presente, el tiempo se había escurrido entre los rayos del sol y los vientos vespertinos de una tarde de celajes.
Recuerdo que cuando en las hojas ya secas y la grama, intentábamos enlazarnos, abrazados, apasionados y sentirte lozana entre mis brazos, cuantas cosas nos habríamos dicho, cuantas promesas se pasaron bajo el brazo y cuanta mansedumbre fue testigo del arrebato de una joven dispuesta al amor. Comprometidos esa era la palabra, recorriendo con mis manos alrededor de tu cintura había descifrado el centro de tu alma, si, estábamos enamorados. La consigna era la oposición de tus padres, una batalla imposible, el recurso de secuestrarte era inminente, era tan solo el abandonar la escuela y volar con los pensamientos, con los sueños a un lugar no predestinado, el infinito que fuera un mas allá de un romance.
          La negativa  no se hizo esperar y como rufianes planeamos en medio de las sombras de la noche el escape al paraíso, el lugar fue fijado y la hora establecida, ah! Cuantas cosas pasaban en ese entonces. Tomé la mochila y me dirigí hacia la Estación de La Ermita, a eso de las 7.00 AM.
El tren mas lento que perezoso se presentó puntual a las 7.25, pescueceaba esperando verte llegar hasta el punto pero fue en balde, sonó tres veces el silbato y vagón de pasajeros se corcoveó en el inicio de la marcha  y el convoy se alejó con todo y mis esperanzas.
          Nunca más volví verte…
Desperté bañado en sudor, enjugado en mis sábanas con la palpitación acelerada, el tiempo había pasado y tu frágil figura se desparramaba en los pensamientos, los sueños te borraron del mapa, nuestro idilio fue llevada en un torbellino de dimes y diretes donde se extinguieron las ilusiones y  las alas del olvido, e hicieron que la  llama se apagara en la cenizas de mi  sentimiento que se disipó con el consiguiente olvido. Ni una palabra  y el olvido se tornó ausencia y despedida.
          Ahora sentado en mis recuerdos, caminaba todas las tardes en este jardín de mis ilusiones, como de  cuento de hadas, quizás con la esperanza de saber o tener alguna noticia de tu persona . Como hoy que fugaz te vi una vez mas y todo fue una quimera una ilusión en tarde de Otoño.















































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