miércoles, 18 de mayo de 2011

18 EL NEGRO SOSA

           Eran las 11 de la noche, de un lunes, como cualquiera, me encontraba en la sala de mi casa, estaba viendo el noticiero de la televisión, de pronto de última hora, la trágica desaparición de mi cuate, mi amigo, el famoso NEGRO, en una peliculezco asalto, había sido víctima de un secuestro; algo muy común en estos días de los años oscuros de nuestra querida patria.

          La familia por supuesto, había recurrido a las autoridades para hacer la denuncia después de haber buscado en hospitales, en los cuerpos de policía represiva y en los lugares que frecuentaba,  no había sido posible localizarle en las últimas 48 horas. Me enteré por parte del Twinky, su hijo, que el día viernes después del almuerzo, había salido de su casa, desde ese momento había perdido contacto con él y que se temía por su vida.
          El NEGRO, era una persona muy importante en el mundo de la política laboral; pertenecía a la central sindical mas importante del país, el Pato Lucas, como se le conocía en esta línea de trabajo social, había sido una persona luchadora por la clase trabajadora.
          La organización a la que pertenecía, había hecho una serie de señalamientos al gobierno, con el fin de esclarecer múltiples ataques y hostigamiento a otros personajes, líderes obreros. Y su desaparición daba puntualizaba para hacer serios señalamiento a las fuerzas de seguridad, inculpándolos de la desaparición forzada o corresponsabilidad en el secuestro.
          Sus compañeros de lucha habían citado y realizado casi de inmediato una conferencia de prensa donde se hacía ver que los grupos represivos y paramilitares que existía a la sombra de la dictadura, continuaba actuando impunemente, en contra de los líderes y representantes del pueblo.
     Tomé el teléfono y me comunique a su casa, con el fin de enterarme a través de algún familiar de algún suceso o noticia al respecto. Hablé con uno de sus hijos quien me indicó que no tenían mayores datos, la poca información era la que había proporcionado la prensa,  los compañeros continuaba en la búsqueda de mas información, pero que las fuentes gubernamentales habían permanecido en silencio y que todos los intentos para dar con su paradero había sido infructuosos. Me comentó que el automóvil que utilizaba no había sido encontrado. La verdad era que ni con la persona con quien se tenía que entrevistar o que debía de haberle visto, ese día, era un tal Juancho a quien tampoco se le había localizado, ni se sabía de su paradero.
          En esos días, el sindicato había hecho señalamientos de corrupción de funcionarios que manejaban la Empresa Estatal del Servicio de Energía Eléctrica, El NEGRO había hecho declaraciones a la prensa, donde vinculaba a algunos funcionarios con conexiones con altos miembros del gobierno central.  Ese era el temor que se manejaba por las represalias que se podían dar.
          Las noticias iban y venían, las bolas, chismes y conjeturas se habían echado a volar, entre ellas que el Negro había salido del país, que se encontraba escondido, un autosecuestro, etc., las declaraciones del vocero del Ministerio de Gobernación, no habían sido claras y se mencionaba solapadamente un caso de delincuencia común.
          El día siguiente, en el transcurso de la tarde la familia localizó al tal Juancho, para establecer el paradero del Negro. La información obtenida de este sujeto indicaba que efectivamente se habían reunido, en una filial del partido de oposición y que de allí le había acompañado a dejar su auto a un taller mecánico a inmediaciones de la Avenida Bolívar, juntos se dirigieron a la parada de bus en el Cine Tropical, donde se había despedido.
          Día miércoles, todos los esfuerzos realizados, habían sido infructuosos, la curia eclesiástica se había pronunciado en contra del atropello en contra de la persona y los partidos políticos habían dado declaraciones al respecto.
          Como a eso de las diez de la noche recibí una llamada telefónica, una persona quien se identificó con un nombre extraño me dijo:
-- Le hablo en nombre del NEGRO, él se encuentra bien, lo acaban de soltar y se encuentra en mi casa, por razones obvias no le habla personalmente, pero desea saber si puede llegar a su casa en el transcurso de la noche, para hablar con usted...
Le dije que si; Recibí además la instrucción que cuando el vehículo en que se transportaba se aparcara frente a la casa, sonaría dos veces la bocina y que si era seguro, encendiera dos veces la luz de la habitación del frente, en señal de no haber peligro.
          La espera se hizo larga, transcurrieron 2 horas 30 minutos, la tensión era extrema, la vigilancia a que sometía cualquier persona por el aparato estatal era impresionante, esto a raíz de que el Embajador de la República Federal de Alemania había sido ultimado por una banda de subversivos al negarse el gobierno a negociar; existía una gran cantidad de informante, soplones, que hacían que la seguridad de la propia población se viera en serios aprietos, cualquiera era acusado, violentado y detenido por un chisme.
     Eran ya de madrugada y como se había planificado, un vehículo se aparcó frente a la casa, después de apagar el motor sonó dos veces la bocina; pasado unos minutos encendí la luz de la salita, como se había acordado y abrí la puerta. Efectivamente era el NEGRO, con maleta en mano; con él un fulano, para mi desconocido, quien llevaba colgado de su hombro izquierdo un pequeño maletín y además sostenía de ambas manos una caja de cervezas de lata. Les invité a entrar.
-- Este es Juancho, miembro de la seguridad del Sindicato -- me dijo el Negro, después de un breve saludo.
-- Buenas noches, pasen adelante en la habitación contigua podemos hablar.--
     Acomodaron las cosas en un rincón y nos sentamos en torno de la mesa que había preparado para la entrevista:
-- Bien, aquí estoy, estás enterado de mi problema, además de pedirte consejo quiero y hacerte una súplica, necesito de tu ayuda -- se levantó, tomó un par de cervezas -- Una bir ? -- preguntó y destapó la que le quedó en la mano, ingirió un sorbo, luego de limpiarse la boca con la manga de la camisa -- Vos sabes que por mis actividades sindicales con los maestros, los grupos represivos del gobierno me han perseguido y ni modo mi vida corre peligro, por eso acudo a los cuates como vos, para que me ayuden.-- otro sorbo -- en esta oportunidad gracias a la intervención de AMNISTY INTERNATIONAL, creo que fue lo que hizo que respetaran mi vida y me soltaran sin mayor daño, pero estoy aflatado.--
-- Ya sabes, que conmigo, en lo que yo te pueda ayudar, contás siempre con amigos, pero me interesa sobremanera saber como sucedió este rollo del secuestro. --
-- Mirá, esto principio como hace cinco días, lleve el carro donde el viejito aquel, de la quince calle y avenida Elena, sí don Gumercindo para que me chequeara el clutch; yo pensé que iba a ser una cosa rápida, pero se lo tuve que dejar, aquel -- señalando a Juancho -- me acompañó, caminamos rumbo a la Avenida Bolívar, donde aquel, tomó su camino; yo decidí regresar por la avenida del Cementerio, con el fin de ir a buscar a mi hermano, a quien le tenía que entregar unos documentos. Habría caminado una cuatro cuadras, cuando me percaté que dos individuos me seguían a corta distancia; me puse nervioso y me metí a una tienda como que iba a comprar, hice tiempo, como no los vi pasar, por lo que opté por seguir mi camino; inmediatamente me fijé que los tipos se encontraba en la acera de enfrente, simulaban tener unas charla -- terminó una cerveza y abrió otra .
-- Las canillas me temblaban -- dijo mientras sacaba un cigarrillo Diplomat, lo encendió, le dió varios chupones y continuó --  aligeré el paso al ver que los dos individuos seguían tras de mi, mas adelante sobre la calle ví a un muchacho de chumpa negra recostado en una camionetilla de color claro; este me salió al paso con una 45 en mano, me hizo el alto y me tomó de la corbata, sentí lo helado de la escuadra en mi cuello.
-- Tranquilo cuate -- me dijo, -- junto a los otros dos, me zamparon a empellones en el asiento trasero del vehículo que tenía estacionado. Me acostaron boca abajo y me advirtieron, mientras recibía un golpe en la espalda, que no chistara palabra o me levantara porque tenía orden de matarme si me ponía difícil.--
     Se metieron los tres al carro, con tan mala suerte que el que se sentó en el asiento de atrás, como que tenía varios días de no bañarse, porque apestaba a diablo -- después de darle dos chupones mas a su Diplomat y morderle el filtro de nerviosismo, continuó -- en fin, este fulano me metió una gorra pasamontañas y me dijo que me fuera quietesito o que sino me volaba los sesos, no solo ya casi no me queda pelo en la cabeza. Estaba yo tan asustado, que no tuve mas remedio que aguantarme las ganas de hablar.--
Echaron andar el vehículo, me di cuenta que recorrimos una distancia considerable, unos 40-50 Km., la temperatura de la tarde cambio de cálido a templado y en dos ocasiones pasamos tramos de carretera de terracería, allí perdí el sentido de orientación, se me cruzaron los cables. Como a eso de las 6:00 de la tarde el auto se detuvo, se escuchaba algunos pájaros, como clarineros, cantando la entrada de la noche -- después de darle un último chupón al cigarro, lo apagó quitándole la braza de la punta -- me sacaron arrastrado de los pies y caí como costal al suelo, sentí tierra, monte o grama. Me abrazaron por la espalda y me pusieron de pie; mi primer intento fue quitarme la gorra que cubría mi rostro, pero me golpearon el brazo. Me indicaron que me quedara quieto, me recordé entonces que no estaban en posición de hacer nada. Recibí varios empellones que me hicieron caminar, hasta que me metieron en un cuarto oscuro, húmedo y frío; al entrar tropecé con algunos objetos, unos costales y unas cajas, escuché cuando cerraron tras de mi la puerta, un pasador y un candado.—
Se puso de pie y recostó los codos sobre el respaldo de la silla para continuar -- Adentro, que me sentí solo, me quité la gorra; el cuartucho era como de tres metros cuadrados, piso de tierra, parte de las paredes eran de adobe y el resto de lepa, por donde entraba aire helado. ¡ Palabra que no tenía idea donde me encontraba !, había un pequeño camastrón, con un colchón medio roto, ni una pinche chamarra, una silla con la pata quebrada, apoyada en una piedra, encima de la cual se encontraba un vaso vacío, una candela pegada con su cera. Lo oscuro y lo frío me hicieron pensar que ya había entrado la noche, me doble el cuello de la sacola para cubrirme mejor, me senté en el camastrón. El silencio me tenía muy nervioso, ya que ignoraba que estaba sucediendo, la puerta hecha de tablas dejaba entrar escasa luz por las rendijas, me acerqué para tratar de ubicar que había, por lo oscuro solo alcancé a ver que había milpa, hice algo de presión sobre ella, pero estaba atrancada -- hizo una breve pausa -- Allí me quedé unas tres horas mas o menos, luego alguien abrió la puerta, con linterna en mano, con la que me lució, me llevó una chamarra y un plato de peltre con comida que dejó cerca de la puerta.---
-- Saqué mi encendedor, prendí la mecha, eso me dió chance de encontrar un cabo de candela que le dí fuego, recogí el plato de frijoles parados lo coloqué en la silla y el poncho me lo puse sobre la espalda; Escuchaba en las afueras de la habitación que dos personas hablaban en voz baja, pero no alcanzaba a oír lo que decían; ellos habían juntado fuego y la luz de la fogata penetraba por las rendijas de la madera; a comer frijoles me dije, porque ni modo, el hambre. Lo que me martirizaba enormemente era el olor a café hervido, si algo me hacía falta era la bebida....
 -- y entonces -- le dije.
-- Apenas pude dormir, lo incómodo del camastrón, el frío que me calaba hasta los huesos, el miedo y hasta las ganas de miar.
-- Que hicistes --
-- En un rincón orinita repongo, no había de otra, para no cansarte oi cantar los gallos, no se si me había dormitado unos minutos o que, el asunto es que me despertaron de un grito; me hicieron que me colocara de nuevo la gorra y con pistola en la cabeza me obligaron a poner las manos en la espalda donde me las amordazaron; sentado en la silla.
-- Lidersito de mierda -- me dijo uno de los fulanos ---- Hay que quebrarles el culo, talvés asi entienden de no meterse en babosadas, -- y me agarraron del gaznate me lo apretaba como pollo, mientras me repetía: -- NEGRO hijo de puta, no te imaginás con quien te estás metiendo, mínimo una vergueada te vas a sacar, por meterte en líos de sindicato --
    -- Yo por supuesto no quería ni hablar, ni quejarme, sentía el cuerpo congelado y el corazón se me salía por el buche. En esas estabamos cuando al fulano le llamaron; me dejó solo, yo estaba que me sentía morir el sudor me manchaba la espalda, además me lastimaba la nariz, volvió a acercárseme, me agarró de la parte superior de la gorra con todo y el poco pelo que me queda y me dijo algo así: --Tenés leche chingado, suerte de maricón, te vamos a tener que soltar -- luego me zampó tremenda manotada que me tiró al suelo, me levantaron en peso por la espalda a través de las manos amarrados, sentí que me quebraba los brazos; después me sacaron de ese lugar en un carro.-- tosió -- púchica vos, me carrociaron como por unas tres horas, hasta que se paró en un lugar donde se escuchaba el tráfico pesado, oía gran cantidad de vehículos, pitos de camionetas, etc. Dijeron que no era conveniente dejarme allí, porque había mucha mara.--
-- Caminaron otro rato, dieron varias vueltas, sin decir agua va, se detuvieron, abriendo la portezuela, me agarraron de las patas y me arrastraron hasta el pavimento, me indicaron que contara hasta cien, que si me levantaba antes me desatapaban los sesos, otra vez mi coco, como que le llevaban ganas, en fin opté por recordarme de las matemáticas, no se, ni me recuerdo si terminé de contar pero el caso es que por ahí de los noventipico y que ya no oí a nadie, me levanté, me quité la gorra. No me fue tan fácil orientarme, pero al caminar en línea recta descubrí que me encontraba en una de esas callecitas a inmediaciones del estadio del Trebol, me dirigí hacia el sur en busca de la Calzada San Juan, donde en una de las farmacias me prestaron un teléfono; hablé a la sede del Sindicato, donde localicé al Juancho y aquí me tenés.--
-- Pues que bueno que estás con vida. Lo único de lamentar por el momento fue la penqueada que te sacaste.--
-- Esos fueron los del Pelotón Modelo de la Polaca, lo increíble es lo bien informados de mis actividades estaban --
-- Que esperabas.-- Mis palabras fueron interrumpidas, pues alguien tocó a la puerta. Con un poco de miedo me acerqué, abrí la ventanilla. Sorpresa ¡ Era Fanny...la novia del NEGRO!
-- Hola como estás, me dijeron que Rafael está aquí -- siempre sonriente y alegre,... que onda la que le agarró aquel ¿ verdad ?--
    Abrí la puerta y sin salir de mi asombro, la dejé entrar.
-- NEGRO !, mi amor -- mientras se le tiraba en los brazos de Rafael, cuando salíó a su encuentro -- que te hicieron esos brutos, mi vida, estás enterito --
-- Por supuesto, a este macho.....!, nadie lo asusta, colocha.--
--Tú como sabías que Rafa estaba aquí.-- la interrogué.
-- Cuando llegué a mi humilde morada, digo casa, me encontré un mensaje que dejó Juancho, decía que lo había traído para acá.--
-- Fue muy irresponsable, de parte de Juancho dejar tan así una pista, ante todo con la experiencia de un miembro de seguridad. Creo que metieron la pata, pusieron mas en peligro al NEGRO, de lo que ya está; me pusieron en peligro a mi y a mi familia -- vociferé.
-- Tenés toda la razón -- interrumpió el NEGRO, y dirigiéndose a Fanny -- acabo de contarle todo el purrún a aquel, por lo que me ofreció posada un par de días, mientras se enfría la cosa --
-- Por supuesto my friend, para que son los cuates pues. --
    Transcurridos un par de meses El NEGRO había abandonado mi casa y se había refugiado en casa del Cubano Chaguaseda, un amigo director de una academia de baile,  quien le debía grande favores; todos suponían que el hecho había caído en el olvido y no se había vuelto a hablar del incidente.
     Me encontraba en mi oficina profesional, cuando se me anunció que una señora que no había querido identificarse, deseaba entrevistarse conmigo, abrí la puerta, era Fanny. Con sendos anteojos oscuros, se me acercó e irrumpió en llanto al penetrar a mi oficina.
-- Hoy sí se llevaron al NEGRO, se lo llevaron -- sacó un pañuelo y se limpió las lágrimas.
--Como, es eso,.. que pasó, tenía entendido que el asunto se había aclarado.--
-- Estuvo unos días en casa del Cubano; y luego donde el Twinky, pero ayer por la noche llegó a verme al apartamento. Vos, ni te imaginás, al salir, se lo pescaron, lo estaban esperando..., yo alcancé a ver que le llevaban en zopilotío, y lo metieron en un
carro con vidrios polarizados -- sollozando -- de esta si no aparece........! --
          Hoy recibí una postal que dice: San José, Costa Rica.   Dic, 1988.
A mi gran Cuate:
Aún vivito. Cuéntale a los amigos, que me encuentro bien. El exilio en Costa Rica  es una maravilla, con tanta muchacha guapa, la pasa uno bien. Recuerdos a la Múcura.
Volveré y con mas ganas.
          EL NEGRO.
P.D. Supongo que no creísteis lo del secuestro verdad, Mano.
--- De plano --- pensé.
A la memoria de mi amigo. Luis Sosa (El Negro), quien inspiró esta narrativa. QEPD.



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