Eran
las 11 de la noche, de un lunes, como cualquiera, me encontraba en la sala de
mi casa, estaba viendo el noticiero de la televisión, de pronto de última hora,
la trágica desaparición de mi cuate, mi amigo, el famoso NEGRO, en una
peliculezco asalto, había sido víctima de un secuestro; algo muy común en estos
días de los años oscuros de nuestra querida patria.
La familia por supuesto, había
recurrido a las autoridades para hacer la denuncia después de haber buscado en
hospitales, en los cuerpos de policía represiva y en los lugares que
frecuentaba, no había sido posible
localizarle en las últimas 48 horas. Me enteré por parte del Twinky, su hijo,
que el día viernes después del almuerzo, había salido de su casa, desde ese
momento había perdido contacto con él y que se temía por su vida.
El
NEGRO, era una persona muy importante en el mundo de la política laboral; pertenecía
a la central sindical mas importante del país, el Pato Lucas, como se le
conocía en esta línea de trabajo social, había sido una persona luchadora por
la clase trabajadora.
La organización a la que pertenecía, había
hecho una serie de señalamientos al gobierno, con el fin de esclarecer
múltiples ataques y hostigamiento a otros personajes, líderes obreros. Y su
desaparición daba puntualizaba para hacer serios señalamiento a las fuerzas de
seguridad, inculpándolos de la desaparición forzada o corresponsabilidad en el
secuestro.
Sus compañeros de lucha habían citado
y realizado casi de inmediato una conferencia de prensa donde se hacía ver que
los grupos represivos y paramilitares que existía a la sombra de la dictadura,
continuaba actuando impunemente, en contra de los líderes y representantes del
pueblo.
Tomé el teléfono y me comunique a su casa,
con el fin de enterarme a través de algún familiar de algún suceso o noticia al
respecto. Hablé con uno de sus hijos quien me indicó que no tenían mayores
datos, la poca información era la que había proporcionado la prensa, los compañeros continuaba en la búsqueda de
mas información, pero que las fuentes gubernamentales habían permanecido en
silencio y que todos los intentos para dar con su paradero había sido
infructuosos. Me comentó que el automóvil que utilizaba no había sido
encontrado. La verdad era que ni con la persona con quien se tenía que
entrevistar o que debía de haberle visto, ese día, era un tal Juancho a quien
tampoco se le había localizado, ni se sabía de su paradero.
En esos días, el sindicato había hecho
señalamientos de corrupción de funcionarios que manejaban la Empresa Estatal
del Servicio de Energía Eléctrica, El NEGRO había hecho declaraciones a la
prensa, donde vinculaba a algunos funcionarios con conexiones con altos
miembros del gobierno central. Ese era
el temor que se manejaba por las represalias que se podían dar.
Las
noticias iban y venían, las bolas, chismes y conjeturas se habían echado a
volar, entre ellas que el Negro había salido del país, que se encontraba
escondido, un autosecuestro, etc., las declaraciones del vocero del Ministerio
de Gobernación, no habían sido claras y se mencionaba solapadamente un caso de
delincuencia común.
El día siguiente, en el transcurso de
la tarde la familia localizó al tal Juancho, para establecer el paradero del
Negro. La información obtenida de este sujeto indicaba que efectivamente se
habían reunido, en una filial del partido de oposición y que de allí le había
acompañado a dejar su auto a un taller mecánico a inmediaciones de la Avenida Bolívar,
juntos se dirigieron a la parada de bus en el Cine Tropical, donde se había
despedido.
Día miércoles, todos los esfuerzos
realizados, habían sido infructuosos, la curia eclesiástica se había
pronunciado en contra del atropello en contra de la persona y los partidos
políticos habían dado declaraciones al respecto.
Como a eso de las diez de la noche
recibí una llamada telefónica, una persona quien se identificó con un nombre
extraño me dijo:
-- Le hablo en
nombre del NEGRO, él se encuentra bien, lo acaban de soltar y se encuentra en
mi casa, por razones obvias no le habla personalmente, pero desea saber si
puede llegar a su casa en el transcurso de la noche, para hablar con usted...
Le dije que si;
Recibí además la instrucción que cuando el vehículo en que se transportaba se
aparcara frente a la casa, sonaría dos veces la bocina y que si era seguro,
encendiera dos veces la luz de la habitación del frente, en señal de no haber
peligro.
La
espera se hizo larga, transcurrieron 2 horas 30 minutos, la tensión era
extrema, la vigilancia a que sometía cualquier persona por el aparato estatal
era impresionante, esto a raíz de que el Embajador de la República Federal
de Alemania había sido ultimado por una banda de subversivos al negarse el
gobierno a negociar; existía una gran cantidad de informante, soplones, que
hacían que la seguridad de la propia población se viera en serios aprietos,
cualquiera era acusado, violentado y detenido por un chisme.
Eran ya de madrugada y como se había
planificado, un vehículo se aparcó frente a la casa, después de apagar el motor
sonó dos veces la bocina; pasado unos minutos encendí la luz de la salita, como
se había acordado y abrí la puerta. Efectivamente era el NEGRO, con maleta en
mano; con él un fulano, para mi desconocido, quien llevaba colgado de su hombro
izquierdo un pequeño maletín y además sostenía de ambas manos una caja de
cervezas de lata. Les invité a entrar.
-- Este es
Juancho, miembro de la seguridad del Sindicato -- me dijo el Negro, después de
un breve saludo.
-- Buenas
noches, pasen adelante en la habitación contigua podemos hablar.--
Acomodaron las cosas en un rincón y nos
sentamos en torno de la mesa que había preparado para la entrevista:
-- Bien, aquí
estoy, estás enterado de mi problema, además de pedirte consejo quiero y
hacerte una súplica, necesito de tu ayuda -- se levantó, tomó un par de
cervezas -- Una bir ? -- preguntó y destapó la que le quedó en la mano, ingirió
un sorbo, luego de limpiarse la boca con la manga de la camisa -- Vos sabes que
por mis actividades sindicales con los maestros, los grupos represivos del
gobierno me han perseguido y ni modo mi vida corre peligro, por eso acudo a los
cuates como vos, para que me ayuden.-- otro sorbo -- en esta oportunidad
gracias a la intervención de AMNISTY INTERNATIONAL, creo que fue lo que hizo
que respetaran mi vida y me soltaran sin mayor daño, pero estoy aflatado.--
-- Ya sabes, que
conmigo, en lo que yo te pueda ayudar, contás siempre con amigos, pero me
interesa sobremanera saber como sucedió este rollo del secuestro. --
-- Mirá, esto
principio como hace cinco días, lleve el carro donde el viejito aquel, de la
quince calle y avenida Elena, sí don Gumercindo para que me chequeara el
clutch; yo pensé que iba a ser una cosa rápida, pero se lo tuve que dejar,
aquel -- señalando a Juancho -- me acompañó, caminamos rumbo a la Avenida
Bolívar, donde aquel, tomó su camino; yo decidí regresar por la avenida del
Cementerio, con el fin de ir a buscar a mi hermano, a quien le tenía que
entregar unos documentos. Habría caminado una cuatro cuadras, cuando me percaté
que dos individuos me seguían a corta distancia; me puse nervioso y me metí a
una tienda como que iba a comprar, hice tiempo, como no los vi pasar, por lo
que opté por seguir mi camino; inmediatamente me fijé que los tipos se
encontraba en la acera de enfrente, simulaban tener unas charla -- terminó una
cerveza y abrió otra .
-- Las canillas
me temblaban -- dijo mientras sacaba un cigarrillo Diplomat, lo encendió, le
dió varios chupones y continuó --
aligeré el paso al ver que los dos individuos seguían tras de mi, mas
adelante sobre la calle ví a un muchacho de chumpa negra recostado en una
camionetilla de color claro; este me salió al paso con una 45 en mano, me hizo
el alto y me tomó de la corbata, sentí lo helado de la escuadra en mi cuello.
-- Tranquilo cuate
-- me dijo, -- junto a los otros dos, me zamparon a empellones en el asiento
trasero del vehículo que tenía estacionado. Me acostaron boca abajo y me
advirtieron, mientras recibía un golpe en la espalda, que no chistara palabra o
me levantara porque tenía orden de matarme si me ponía difícil.--
Se metieron los tres al carro, con tan
mala suerte que el que se sentó en el asiento de atrás, como que tenía varios
días de no bañarse, porque apestaba a diablo -- después de darle dos chupones
mas a su Diplomat y morderle el filtro de nerviosismo, continuó -- en fin, este
fulano me metió una gorra pasamontañas y me dijo que me fuera quietesito o que
sino me volaba los sesos, no solo ya casi no me queda pelo en la cabeza. Estaba
yo tan asustado, que no tuve mas remedio que aguantarme las ganas de hablar.--
Echaron
andar el vehículo, me di cuenta que recorrimos una distancia considerable, unos
40-50 Km.,
la temperatura de la tarde cambio de cálido a templado y en dos ocasiones
pasamos tramos de carretera de terracería, allí perdí el sentido de
orientación, se me cruzaron los cables. Como a eso de las 6:00 de la tarde el auto
se detuvo, se escuchaba algunos pájaros, como clarineros, cantando la entrada
de la noche -- después de darle un último chupón al cigarro, lo apagó
quitándole la braza de la punta -- me sacaron arrastrado de los pies y caí como
costal al suelo, sentí tierra, monte o grama. Me abrazaron por la espalda y me
pusieron de pie; mi primer intento fue quitarme la gorra que cubría mi rostro,
pero me golpearon el brazo. Me indicaron que me quedara quieto, me recordé
entonces que no estaban en posición de hacer nada. Recibí varios empellones que
me hicieron caminar, hasta que me metieron en un cuarto oscuro, húmedo y frío;
al entrar tropecé con algunos objetos, unos costales y unas cajas, escuché
cuando cerraron tras de mi la puerta, un pasador y un candado.—
Se
puso de pie y recostó los codos sobre el respaldo de la silla para continuar --
Adentro, que me sentí solo, me quité la gorra; el cuartucho era como de tres
metros cuadrados, piso de tierra, parte de las paredes eran de adobe y el resto
de lepa, por donde entraba aire helado. ¡ Palabra que no tenía idea donde me
encontraba !, había un pequeño camastrón, con un colchón medio roto, ni una
pinche chamarra, una silla con la pata quebrada, apoyada en una piedra, encima
de la cual se encontraba un vaso vacío, una candela pegada con su cera. Lo
oscuro y lo frío me hicieron pensar que ya había entrado la noche, me doble el
cuello de la sacola para cubrirme mejor, me senté en el camastrón. El silencio
me tenía muy nervioso, ya que ignoraba que estaba sucediendo, la puerta hecha
de tablas dejaba entrar escasa luz por las rendijas, me acerqué para tratar de
ubicar que había, por lo oscuro solo alcancé a ver que había milpa, hice algo
de presión sobre ella, pero estaba atrancada -- hizo una breve pausa -- Allí me
quedé unas tres horas mas o menos, luego alguien abrió la puerta, con linterna
en mano, con la que me lució, me llevó una chamarra y un plato de peltre con
comida que dejó cerca de la puerta.---
-- Saqué mi
encendedor, prendí la mecha, eso me dió chance de encontrar un cabo de candela
que le dí fuego, recogí el plato de frijoles parados lo coloqué en la silla y
el poncho me lo puse sobre la espalda; Escuchaba en las afueras de la
habitación que dos personas hablaban en voz baja, pero no alcanzaba a oír lo
que decían; ellos habían juntado fuego y la luz de la fogata penetraba por las
rendijas de la madera; a comer frijoles me dije, porque ni modo, el hambre. Lo
que me martirizaba enormemente era el olor a café hervido, si algo me hacía
falta era la bebida....
-- y entonces -- le dije.
-- Apenas pude
dormir, lo incómodo del camastrón, el frío que me calaba hasta los huesos, el
miedo y hasta las ganas de miar.
-- Que hicistes
--
-- En un rincón
orinita repongo, no había de otra, para no cansarte oi cantar los gallos, no se
si me había dormitado unos minutos o que, el asunto es que me despertaron de un
grito; me hicieron que me colocara de nuevo la gorra y con pistola en la cabeza
me obligaron a poner las manos en la espalda donde me las amordazaron; sentado
en la silla.
-- Lidersito de
mierda -- me dijo uno de los fulanos ---- Hay que quebrarles el culo, talvés
asi entienden de no meterse en babosadas, -- y me agarraron del gaznate me lo
apretaba como pollo, mientras me repetía: -- NEGRO hijo de puta, no te imaginás
con quien te estás metiendo, mínimo una vergueada te vas a sacar, por meterte
en líos de sindicato --
-- Yo por supuesto no quería ni hablar, ni
quejarme, sentía el cuerpo congelado y el corazón se me salía por el buche. En
esas estabamos cuando al fulano le llamaron; me dejó solo, yo estaba que me
sentía morir el sudor me manchaba la espalda, además me lastimaba la nariz,
volvió a acercárseme, me agarró de la parte superior de la gorra con todo y el
poco pelo que me queda y me dijo algo así: --Tenés leche chingado, suerte de
maricón, te vamos a tener que soltar -- luego me zampó tremenda manotada que me
tiró al suelo, me levantaron en peso por la espalda a través de las manos
amarrados, sentí que me quebraba los brazos; después me sacaron de ese lugar en
un carro.-- tosió -- púchica vos, me carrociaron como por unas tres horas,
hasta que se paró en un lugar donde se escuchaba el tráfico pesado, oía gran
cantidad de vehículos, pitos de camionetas, etc. Dijeron que no era conveniente
dejarme allí, porque había mucha mara.--
-- Caminaron
otro rato, dieron varias vueltas, sin decir agua va, se detuvieron, abriendo la
portezuela, me agarraron de las patas y me arrastraron hasta el pavimento, me
indicaron que contara hasta cien, que si me levantaba antes me desatapaban los
sesos, otra vez mi coco, como que le llevaban ganas, en fin opté por recordarme
de las matemáticas, no se, ni me recuerdo si terminé de contar pero el caso es
que por ahí de los noventipico y que ya no oí a nadie, me levanté, me quité la
gorra. No me fue tan fácil orientarme, pero al caminar en línea recta descubrí
que me encontraba en una de esas callecitas a inmediaciones del estadio del
Trebol, me dirigí hacia el sur en busca de la Calzada San Juan, donde en una de
las farmacias me prestaron un teléfono; hablé a la sede del Sindicato, donde
localicé al Juancho y aquí me tenés.--
-- Pues que
bueno que estás con vida. Lo único de lamentar por el momento fue la penqueada
que te sacaste.--
-- Esos fueron
los del Pelotón Modelo de la Polaca, lo increíble es lo bien informados de mis
actividades estaban --
-- Que
esperabas.-- Mis palabras fueron interrumpidas, pues alguien tocó a la puerta.
Con un poco de miedo me acerqué, abrí la ventanilla. Sorpresa ¡ Era Fanny...la
novia del NEGRO!
-- Hola como
estás, me dijeron que Rafael está aquí -- siempre sonriente y alegre,... que
onda la que le agarró aquel ¿ verdad ?--
Abrí la puerta y sin salir de mi asombro,
la dejé entrar.
-- NEGRO !, mi
amor -- mientras se le tiraba en los brazos de Rafael, cuando salíó a su
encuentro -- que te hicieron esos brutos, mi vida, estás enterito --
-- Por supuesto,
a este macho.....!, nadie lo asusta, colocha.--
--Tú como sabías
que Rafa estaba aquí.-- la interrogué.
-- Cuando llegué
a mi humilde morada, digo casa, me encontré un mensaje que dejó Juancho, decía
que lo había traído para acá.--
-- Fue muy
irresponsable, de parte de Juancho dejar tan así una pista, ante todo con la
experiencia de un miembro de seguridad. Creo que metieron la pata, pusieron mas
en peligro al NEGRO, de lo que ya está; me pusieron en peligro a mi y a mi
familia -- vociferé.
-- Tenés toda la
razón -- interrumpió el NEGRO, y dirigiéndose a Fanny -- acabo de contarle todo
el purrún a aquel, por lo que me ofreció posada un par de días, mientras se
enfría la cosa --
-- Por supuesto
my friend, para que son los cuates pues. --
Transcurridos un par de meses El NEGRO
había abandonado mi casa y se había refugiado en casa del Cubano Chaguaseda, un
amigo director de una academia de baile,
quien le debía grande favores; todos suponían que el hecho había caído
en el olvido y no se había vuelto a hablar del incidente.
Me encontraba en mi oficina profesional,
cuando se me anunció que una señora que no había querido identificarse, deseaba
entrevistarse conmigo, abrí la puerta, era Fanny. Con sendos anteojos oscuros,
se me acercó e irrumpió en llanto al penetrar a mi oficina.
-- Hoy sí se
llevaron al NEGRO, se lo llevaron -- sacó un pañuelo y se limpió las lágrimas.
--Como, es eso,..
que pasó, tenía entendido que el asunto se había aclarado.--
-- Estuvo unos
días en casa del Cubano; y luego donde el Twinky, pero ayer por la noche llegó
a verme al apartamento. Vos, ni te imaginás, al salir, se lo pescaron, lo
estaban esperando..., yo alcancé a ver que le llevaban en zopilotío, y lo
metieron en un
carro con
vidrios polarizados -- sollozando -- de esta si no aparece........! --
Hoy recibí una postal que dice: San
José, Costa Rica. Dic, 1988.
A mi gran Cuate:
Aún vivito.
Cuéntale a los amigos, que me encuentro bien. El exilio en Costa Rica es una maravilla, con tanta muchacha guapa,
la pasa uno bien. Recuerdos a la Múcura.
Volveré y con
mas ganas.
EL NEGRO.
P.D. Supongo que
no creísteis lo del secuestro verdad, Mano.
--- De plano ---
pensé.
A la memoria de
mi amigo. Luis Sosa (El Negro), quien inspiró esta narrativa. QEPD.
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