martes, 17 de mayo de 2011

4 DULCE ADOLESCENCIA

Sentado en las butaca del parque, con frondosos árboles, que se inclinaban con el paso del viento del otoño, que hacia salpicar con sus hojas sueltas, los jardines floridos y los paisajes, acompañado del graznido de los clarineros, que juguetean en los chorritos de la fuente centenaria que se desparrama en agua, por el rebalse de las orillas. Metido entre las alas de un periódico dominguero, repasaba las añejas noticias del día anterior, como siempre nada halagadoras, acaso se me ocurría observar el panorama como para hacer una pausa en la lectura, mientras los pedestres transitaban a lo largo de la avenida con su charla siempre amena; la bicicleta del reparte el pan y el bullicio de los autobuses que en loca carrera reparten chiflidos y humo por los rincones de la calle.

Eran tal vez las 11 de la mañana al fondo en el frontispicio de una casa, observé a un par de adolescentes que se saludaban, niños en proceso de inocencia de figura y cara. El joven tomaba a la niña de ambas manos y trataba por todos los medios de acercarla, con movimientos del cuello  trataba con su cara encontrar la de ella con el impetuoso fin de darle un beso, ella se escondía y volteaba su rostro para impedírselo, con su mano derecha levantando el dedo índice le hacia señas, pero el muchacho, era otro su afán, como instintivamente ella puso sus manos sobre el pecho y le empujó retirándole, colocó la misma mano con el índice levantado frente a su cara y le señaló hacia arriba. El por fin se percata y mira hacia arriba.

En el borde del frente en donde se halla un balcón, una señora de mediana edad observa, paciente el momento. El muchacho da dos pasos para atrás, se le queda mirando y levantando la mano saludando.

---Se…ñora….. Como le va?

          Ella le mira con el seño fruncido y sin decir palabra sacude su cabeza de un lado al otro como quien dice no…….., toma su escoba y haciendo unos barridos suspicaces se retira y desaparece.

---Vaya --- dice el joven --- ¡Tu mamá!--- y luego retoma la circunstancia del momento anterior.

          Busca a la chica la que por temor o precaución ha dado paso atrás y se ha escondido tras la puerta semi cerrada, y asoma cuidadosamente su rostro para ver si ha pasado el peligro. El insiste le toma una mano y la jala, la choca en contra de su pecho y ella se esconde detrás de sus cabellos, apenas asoma la nariz para que le busque y le de un beso, ella le empuja de nuevo al escuchar el rasquido de la escoba, el se hace el desentendido como que va de salida, baja la banqueta dando la espalda y se detiene, media vuelta y llega a la puerta, la niña se ha escondido otra vez y ni siquiera se asoma.

--- Si mama, aquí estoy---responde mientras con una pierna detiene la puerta, saca únicamente la mano y le dice adiós, luego asoma la cara y con la mano en sus labios le lanza otro beso.

          El chico desconcertado no sabe si se va o regresa, se empina tratando de ver hacia el balcón sin alcanzar a ver nada, la señora no está, se toma de valor y empuja la puerta, donde la niña le espera con los brazos abiertos, se entrelazan los brazos y empalman un fuerte y sonoro beso. La chica se pone de puntitas y se agarra del cuello, luego dobla su pierna hacia atrás, se balancea hacia adelante sobre el; el sonido de la escoba se hace nuevamente presente y él salta hacia atrás, en ambos se hace evidente, la sorpresa en sus rostros.

---Maribel, donde estas?--- pregunta la madre mientras se medio agacha para observar la puerta desde arriba--- chica que estas haciendo?.---

---Nada Mamá…..nada.--- agita de nuevo su mano como despidiendo al sujeto que no pasa del dintel de la puerta, como temiendo que algo le va a caer encima.

          En un santiamén el chico cruza la calle, antes de llegar a la banqueta del frente, se voltea y agita su mano en saludo de despedida, luego con la mano se besa la palma y lanza un beso, pero la inercia le traiciona y cae sentado en el bordo. La chica se ríe y levanta la mano le lanza dos besos y se toma de la cintura para hacerle gracia, la madre se asoma nuevamente y sin ocultar se sonríe de pequeño accidente, luego frunce el seño y dice:

---Maribel ya es tiempo que termines con la limpieza del frente de la casa.---

          Ella toma la escoba y pasa raspando los volcancitos de polvo, pero su mirada esta perdida en el vacío, su amor se va y no se anima a voltearla a ver, si allí esta la suegra y que pena. Ella se recuesta en la punta de la escoba con la esperanza que él le de una última mirada y le sigue hasta la esquina, antes del viraje el muchacho mira sobre su hombro, la niña espera y la señora de marcha y desaparece.

--- Adiós nena--- le grita y después de dar un buen salto, le hace señas con la mano y despide con un beso.--- 
                       

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