Pensaba
incesantemente en ti, el viaje había sido largo y monótono, el destino estaba
cerca, los verdes campos, junto al lago, uno de los mas bello del mundo se
habían teñido de azul como el cielo. Caminé desde la carretera hasta posarme en
la puerta de la casa, la cabaña de madera que siempre me hacia recordar los
tiempos aquellos, esas aventuras juveniles que llegaban a mi memoria cuando te
conocí. De las zarabandas que asistíamos a disfrutar en tiempos de la feria, a
veces a escondidas de tu madre.
Allí te volví a verte, linda
como siempre, luciendo un vestido suave de verano color blanco floreado, pegado
a tu cuerpo que daba realce a tu figura atrevida, me hiciste penetrar en los
sueños de lo acogedor de la habitación. El ambiente de fiesta que con ventanas
abiertas dejaban rebalsar los ligeros vientos, en una butaca de madera de pino
te recostaste coquetamente, mientras al tomarte de mi mano, me jalaste. Me
senté en el piso de madera sobre un petate, a tus pies, ocultando mis manos
alrededor de tus piernas y recosté mi cabeza en tu regazo. Que fantasía
aquella, después de tanto tiempo de ausencia, como una película en blanco y
negro que me llevaba al infinito, me reconfortaba. En la mesa de centro,
bellamente decoradas una jarilla de café y una sencilla comida exquisita como solo
tú sabías hacerlo. Era todo un sueño y yo no quería despertar.
---Que bien tenerte entre mis brazos---
dije en voz baja. Mientras tú disimulabas una sonrisa acompañado con una
lagrima juguetona.
---Nunca olvidé esos momentos que fueron
solo nuestros.---respondiste pausadamente, como quien no lo quería creer, que
después de algunos años se volvían alegres remembranzas.
Te
me acercaste mientras acariciabas mis cabellos, yo te rodee con mis brazos,
buscando con mi frente mezclarme con tu pelo, ronroneando en tu oído, en busca
de una respuesta de lo pasado en el centro de salud y en tu pueblo natal; esa
pausa mágica que nos permitía estar juntos lo que había sido una tierna
aventura, después de no poder verte y
estar pendiente siempre de ti, te apreté contra mi pecho como ahogándome en el
consuelo de tenerte tan cerca una vez mas, me arrullabas con tu aroma delicado
y el tarareo de aquella canción que
alguna vez fue la nuestra.
Fuimos
parcos en el hablar, tu mirada se cruzaba con la mía como creando o quizás
reconstruyendo un pasado que fue hermoso y que la distancia había disuelto así
como otras ensoñadoras ilusiones.
Charlamos, mentiras o no, eran el hilo de una fantasía maravillosa que nos
llevaba a lo más alto de nuestras vidas, tanto te conocía que en ocasiones,
como que adivinaba tus palabras, pero así, así tomados de las manos habíamos
jurado en el pasado amarnos perdurablemente y esas promesas habían salido como
viento para unirnos nuevamente después de una serie de situaciones de cada
quien por su lado..
La
tarde circulaba en ráfagas del viento que silbaba en los rincones del rancho,
esa estampa de aquella pareja de enamorados junto las calidas aguas del lago,
se había detenido en el tiempo, ya no
todo era igual, esa proclamación de amor, sonaba lejana a pesar de las caricias
que implementaban el de antaño juego del amor.
Sacudí mi cabello y olvidé lo
pasado, lo que estaba en mi mente no era el reflejo del suceso, sino tantas
cosas bellas y agradables que nos toco vivir de adolescentes, pero que el espíritu
ardiente de tus caricia se hacía recorrer el roce de tu piel junto a la MIA, que se hacia vehemente
con la magia de quien descubre un tesoro por largo tiempo escondido.
Las calidas miradas, nos
dejaban anonadados que nos invitaba a salir al pórtico y ver la hermosa caída
del sol, apuntalado por los ramos de flores que reflejaban lo moreno de tu
piel, ese exquisito cuerpo, incitando al amor, que se hacia tierno y fugaz
entre mis brazos, mis besos implacables
se anidaron hasta en las sombras, mis manos se entrelazaron con tus cabellos y
tu corazón palpito al unísono con el mío. Que sueños aquellos, lo corto de mi
carácter me impidió a seguir adelante, Toda tu, tu rostro, tu cuerpo y mas aún
tus palabras que iba mas allá de lo que
era la belleza, encantos sublimados, en tus adentros.
La fábula fue indeleble, que
la agonía de un suspiro fuera mas que una promesa, el choque de las olas
reconfortaron la tranquilidad de las aguas profundas. Fuimos una quimera de
arrebatos incandescentes de ser el uno del otro. Desperté sobresaltado, el
sudor me bañaba aunque la noche insistió en la calma, el viento que corría como
asustado se escondía bajo la rendija de la puerta, mientras me sacudía la
modorra de un sueño especial.
Fui
en tu búsqueda, había tomado rumbo a tu presencia, la quimera de desbordantes
ilusiones hasta el final, recapacité, tomé una toalla, hasta
llegar nuevamente a la conciencia, sentado en el catre de mi cuarto medité, me
quedé sin habla, hasta que se acercó el resplandeciente sol que me sacudió la
historia. Se habían extraviado mis sentimientos, vi, tus ojos, color café con
esa ingenuidad que te caracterizaba y había renovado mi ideales, tu espíritu me
había capturado, hasta que desperté completamente, fue cuando alguien toco la puerta para
recordarme que era la hora de levantarse y cumplir con mi oficio.
Cuando
te vi en el servicio, me diste un buenos días con tus manos, me tocaste
suavemente con fuerza como queriendo decir, no fue solo un sueño, quise
entonces darte un beso en los labios pero humildemente me pusiste a parte para
disimular. Te note agitada, con el asomo de unas lágrimas, que rodaron
inclemente hasta el encuentro con tu vestido. Sabías que en unos días yo partía
a continuar mi práctica en otro lado. Todo este tiempo había sido un sueño, una
ilusión de ambos,
Te
acercaste al portal del aeropuerto dándome un aviso de triste despedida, cuando
parsimoniosamente me acercaba a la escalinata del avión, levantaste la mano y agitando
los dedos en un adiós, mientras tratabas de ocultar el llanto que te provocaba
mi partida. Si me llevé tu corazón y te dejé mi espíritu. Era una despedida, un
hasta saber cuando, en soledad y en ausencia. Sentí que eras toda para mi, que
me alejaba pero siempre con la idea de pertenecernos el uno al otro.
Allá lejos en tu hogar frente
al fuego de la leña, estarás pensando o quizás soñando que estoy contigo…..Yo
volvería a mi soledad, a sentarme frente a mis libros, con el hábito de estar
pendiente de ti, deseando verte, soñando, queriendo charlar con el ángel de mi
ensueño, pero lo guardaba dentro de mi , un fantástico sueño de amor.
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