miércoles, 18 de mayo de 2011

22 LA HISTORIA DE LA NIÑA

            Las aguas de la laguna, se mecía como buscando la orilla, cultivada de tul, mientras la luna se asomaba en el horizonte, mostrando a las aves se dejaban capturar por la luz en su transitar hacia los nidos. El nocturno silencio se veía interrumpido por chicharras socarronas, y las luciérnagas salían de sus escondrijos para mostrarse en el escenario de la campiña.
            La orquestina de los sapos se dejaba escuchar a lo largo y lo ancho de la orilla, como señalando el camino hacia el nacimiento del riachuelo que se deslizaba pausadamente, desde la montaña.
            En pequeño muelle de madera, una niña tarareaba sonesitos, con sus pies desnudos chapoteaba el agua debajo de donde se encontraba sentada, con un cordel en la mano que prendía de una caña hacia una boya que circulaba en el agua, de vez en cuando alzaba la caña para cambiar el rumbo del anzuelo. En su mente rondaban los pensamientos de infancia, rebordes de colores, muñecas y tantos juguetes de tradición, el avión de brinco con tejos, chajaleles y demás.
            Mientras en su cabecita infantil, llena de chongos solo existe felicidad y amor. Sonrisa ingenua.
--- Isabel -- resonó en la cercanía. ---
--- Isabel --- se volvió a escuchar.---
            La niña se incorporó y sin sacar su caña del agua.
--- Siii….. --- Eres tu Abuelito?---
--- Mija linda, que haces aquí, en plena oscuridad, sabes no es bueno que te quedes en plena soledad.---
--- Quería agarrar un pescado para llevarlo a casa y mientras tanto me senté a pensar sobre las maravillas de la naturaleza.---
            La niña corre delante del abuelo zigzagueado por la vereda rumbo a la casucha, mientras grita de alegría por llevar un pescado para la comida, El anciano de paso no muy ligero le seguía, con garganta seca y la lengua de fuera por el ajetreo del ejercicio, siguiendo a Isabel.

Y así transcurrió la vida, hojas de calendario cayeron por montón y acontecieron sobre las primaveras, que luego volvieron años. De una niñez de maravilla a una Adolescencia llena de flores, jazmines en flor, con un cupido de 16 años que la encontró en mitad de su ilusión. De lo hermoso de transitar en el ferrocarril que la llevaba hacia la capital, o a las playas de Puerto.
            Las cosas inciertas de la vida la cual se transformó en un idilio enorme, de te veo por la esquina, y no te volteo a ver por no darme color. Esos suspiros en nombre del joven, que ni se inmutaba, ni daba por donde una mirada, menos una voz, ni un dialogo o argumento para poder. Los corazones dibujados en su cartapacio era la única huella de ese sentimiento de lejos, quizás imposible, quizás utópico
            Los viajes a diario a la secundaria se hacían incansables en buscar al amado en silencio, quien le había robado el aliento de adolescente. Todo se tornaba en humo al no existir respuesta, pero si de un bello recuerdo. Tomando sus cuadernos apretados en el pecho, recorría las calles junto a sus compañeras, y en las bancas del parque se sentaba a meditar mientras uno que otro piropo le hacía despertar su espirito juvenil, mostrando su candidez al sonrojarse por las catanletas de los muchachos que se atrevía a pasar junto a ella. Luego retornaba a casa con paso lento, como mirando hacia el suelo y con una lágrima de timidez en sus ojos, como quien no alcanza su sueño.
            Ya en vacaciones tornaba a sus andanzas en el viejo muelle del lago. Donde se escondía de todos y quitaba sus zapatillas para mojar sus pies en el agua, haciendo olas y círculos, tarareaba entonces sus canciones de tristeza, acumulando sus pensamientos de quien pasó de niña a adolescente con sus historias del corazón. Ya no lleva su caña de pescar, lleva bajo el brazo, lo que las adolescentes una gran cantidad de papeles hojas con poemas románticos, haciéndose las ilusiones mientras piensa en los chicos de su edad amigos. Luego regresaba a la casa con un cúmulo de emociones e historias de amor imaginadas en esa cabecita de cabellos negros bellamente adornados con las flores que encontraba a su paso, luego vendría otro día.
            Y los años se volvían largos y transcurría sin motivo ni circunstancia, al cabo tras un desliz de joven apasionada pasó a formar filas de las madres solteras y terminó con las pocas ilusiones de Isabel, quien ya era una linda señorita, que había recorrido la secundaria tornándose una maestra de mucha prestancia, y su corazón se enfrentaba a la soledad.
La vida siguió su curso y como el transitar del tiempo, llega la oportunidad, que se transforma en familia, llena de ilusiones y de tantas cosas buenas. Que se vuelve tedioso y en algún momento en monótono, luego de un viaje al extranjero.

            El silencia de nuevo se interrumpe en el mal trecho muelle del lago, una niña se quita los zapatos y juega con el agua, a su derecha, una adolescente hace lo mismo, salpicando a sus acompañantes, junto a ellas, su madre que las imita, en el chapoteo saltando de las risas se vuelve parte de la concertina de los bichos del lago, ellas se acompañan y se acarician, se funden en un abrazo, mientras los recuerdos vuelan como gaviotas. Concierto de felicidad.
            Ya son diez años y el amor se volvió humo, el trío se acompaña con toda su singular belleza. La madre con sus remembranzas de lo acontecido en su vida, y las niñas, ramillete de flores, asumen con la sonrisa en los labios que la vida es así, que Diosito les ha bendecido con belleza y fortaleza, con las ganas de salir adelante.
            Los chirridos de las chicharras, el bullicio de las aves en el lugar les hacen volar en pensamientos de dulce acontecer, cada quien piensa en sus ilusiones. La pequeña, sueño de muñecas, ilusiones de un ángel que tiene bastante más por vivir.
            En tanto la adolescente, inicia su vida con los pensamientos de convivencia, de chicos, chicas, amigos, que también le hacen suspirar, la emoción de la moda, la música del momento y tantas cosas lindas que se dan con la edad.
            Las ondas que se forman en el agua que circulan hasta desaparecer a la distancia, los rayos de la pálida luna, se asoman por detrás de las copas de los árboles dándole un escenario de maravilla al paraje, el paraje de sueños, el reflejo plateados ilumina el rostro de las chicas que se gozan su espacio de vacaciones.
            Isabel piensa, cuanto ha sido el gozo y en esfuerzo de conformarse con la ausencia, y la tristeza se dibuja en su cara, la que trata de fingir para no hacer desagradable el momento a las hijas. Su alma se hace de congojas sobreponiéndose a la adversidad de su caminar.
            Una voz interrumpe el pensamiento ensimismado:

-- Isabel….
-- Isabel….  Niñas –
--- Si eres tu abuelito….!
--- Niñas linda, que hacen en esta oscuridad… vamos para la casa, ya va a ser la hora de los zancudos.---
--- Si abuelito, en seguida vamos.---
--- Vamos niñas que ya es tarde…..
            El abuelo encabeza la retirada, por la vereda, la niña pequeña le toma de la mano y corre junto a el, la madre a la cola recorre con sus manos las mejillas para borrar las lagrimas que le mojan , los pensamientos que la agobian .

--- Vaya que el  bueno del abuelo siempre se recuerda de nosotras,  nos cuida esta pendiente. ---susurra Isabel.--- que haría yo sin él ? ---

            La chica siempre en el pensamiento, que todo va por bien, ya dejó por atrás la felicidad de la niña, las emociones de la adolescencia, ahora también supera los de la mujer con su madures, capacidad de su gran corazón,  del que lleva prendido un gran amor, un cariño que la reconforta y apoya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario