miércoles, 18 de mayo de 2011

15 ENFRASCADO

Manuel se encontraba solo, recostado en la hamaca del corredor de la casa, medio adormitado y con un periódico extendido sobre su cara; el aire era helado, como suele ser en el mes de Noviembre, y corría a lo largo y lo ancho del patio, escapándose a través de los agujeritos que dejan las pitas de la hamaca, lo que hacía que le penetrara el frío hasta el pellejo.

Una ráfaga del viento levantó el ala del periódico y alcanzó a ver una sombra que pasó junto a él, le dio la impresión que se había internado a un patio interior de la casa, donde se encontraba un precioso jardín con macetas llenas de flores que Yaneth su mujer cuidaba como algo especial; se incorporó y se dirigió hacia el patio, pero no encontró a nadie, solo el aire le golpeó la cara, y le hizo sentir un calofrío que le recorrió todo el cuerpo.

Aún con la armonía, se dirigió hasta su habitación, tratándose de explicar la visión que había tenido, prendió la televisión y se tumbó sobre la cama; por varios minutos permaneció meditando sin obtener una respuesta racional, y luego se quedó dormido. Con el latido del perro de la casa despertó, la penumbra de la tarde se había hecho presente, se sentó a la orilla de la cama, cuando al dirigir la mirada hacia la puerta de la habitación, logró ver pasar a un animal corriendo, se asomó y le vió entrar al patio interior; mal humorado y protestando por la bulla, se dirigió al lugar, con el pensamiento  ºº este animal va a lastimar los geranios ºº, al llegar ¡ NO ESTABA !; y no había otra salida, tuvo un reparo y regresó hasta donde se encontraba la pila del lavadero, allí echada y tranquila se encontraba la perra, enroscado sobre si misma trataba de protegerse del frío. No es posible pensó:

-- Lassi -- le gritó.

El noble animal saco la cabeza de entre sus patas traseras y le movió la cola.

NO se había movido de allí, ni se encontraba fatigada, inmediatamente regresó al patiecito decidido a ver si no se trataba de otro animal, entró y registró dentro de las plantas, en ese instante volvió a sentir el calofrío en todo el cuerpo, mas de miedo que de frío. Volvió a requisar entre las macetas y las plantas, pero no encontró nada y se quedó pensando, sosteniéndose la quijada frente a la entrada.

-- Manuel, Manuel, ya vine, ¿ Donde estás ? -- la voz de Yaneth, su esposa que regresaba del trabajo.

-- Aquí estoy -- respondió -- el en patio --

Se había detenido en la puerta, donde le hizo encuentro, se le acercó y le dio un beso.

-- ¿ Que haces aquí, regando las flores...Ah ! -- haciéndole una señal de burla como que hubiera orinado sobre las plantas

­-- No -- le repuso, y se quedó pensativo y haciendo una pausa -- ¡ Están sucediendo cosas extrañas en esta casa ! --

-- ¿ Cosas extrañas ?, ¿ Como que cosas extrañas ? -- le preguntó.

-- Hace un rato, mientras me encontraba en la hamaca.... -- Y le contó todo cuanto le había sucedido y que lo había dejado atónito y si ninguna explicación.

II. Al cabo de unos días Manuel se encontraba en compañía de un de sus hijos, haciéndole de jardinero en el patio interior de la casa, dispuso mover las macetas de un lugar a otro y cambiarle la fisonomía del sitio. Con la ayuda del muchacho levantó en peso una de las macetas mas grandes donde se encontraba sembrada una azalea, cuando de pronto, se rompió el fondo y el contenido en tierra y arena se desparramó por el suelo; entre las raíces de la planta se dejó ver un frasco de vidrio de boca ancha y con tapadera de metal, que sufría los embates de la herrumbre, este rodó hasta sus pies.

Con temor, pero también con curiosidad lo tomó entre sus manos e intentó abrirlo, el óxido de la tapa no lo permitió de primer intento, lo golpeo varias veces con un pedazo de ladrillo, hasta que desprendió y se facilitó su apertura, el fuerte olor a amoníaco le lastimó el olfato, e hizo que soltara el frasco, este cayó al suelo sin romperse, un gran número de candelitas de color rojo, a medio quemar y un gran número de alfileres, salieron de la boca del recipiente, y el líquido se desparramó en el piso.

-- ¡ Ahh ! -- exclamó -- que diablos es esto.

Tomó de nuevo el frasco para examinarlo y lo sacudió sobre la tierra para sacar el resto del contenido; habían mas alfileres, dos puros de hoja de tabaco, cuatro mitades de limón ya podridos y dos figuras como de barro, dos muñecos con forma humana, que representaba a un hombre que tenía insertado un alfiler en la cabeza, uno en el pecho y otro entre las piernas; y el que representaba una mujer, con un alfiler en la cabeza y unos hilos que prendían alrededor del cuello.

-- ¡ Yaneth ! -- exclamó -- ¡ mujer, ven a ver esto ! --

-- Por Dios Santo, Manuel, eso es lo que llaman un entierro, un mal hecho, ¿ y como lo encontrastes ?

-- No sé, que pasó, estaba entre la maceta... que hacemos ahora.--

-- Déjalo así como está, voy a hablar con mi madre, haber que dice ella --

III. Eran como las seis de la tarde, cuando llegó Doña Matilde, una señora de edad, quien le habían recomendado, para que conociera el caso; hizo su aparición con dos de sus ayudantes. Se le había preparado, según sus instrucciones, una palangana de agua, con varios manojos de ruda, de chilca y dos docenas de claveles blancos despenicados y colocados convenientemente en el centro de la casa, una botella de agua de florida, un frasco de alcohol de violeta, un bracero con varias bolsitas de incienso, candelas de las de veinticinco len y una docena de limones partidos en cruz.

Con la presencia de varias personas de la familia dió principio la ceremonia que se trataba de limpiar el lugar del maleficio. Reunidos en círculo, la anciana hizo varias invocaciones y ordenó que el resto del grupo dijera varias oraciones e invocaran a Dios, para que la fuerza divina ayudara a expulsar el mal de la casa.

Manuel y Yaneth, fueron invitados a colocarse al centro del círculo de la ceremonia, el cual se había delimitado con las candelas que se habían pegado al piso, frente a ellos la palangana que contenía la chilca, la ruda y los claveles.

Ambos temblaban, mientras tomados de la mano intentaban repetir las oraciones que Matilde les dictaba. Mientras todos con la cabeza inclinada y los ojos cerrados permanecían de pies por fuera del círculo de las candelas; misteriosamente, la botella de alcohol de violeta, que había permanecido destapada se volteó y derramó su contenido al suelo, sobre los pies de la pareja; luego una chispa proveniente de las candelas prendió fuego y este corrió una llama azul que envolvió a Manuel y a su mujer.

El momento fue de mucha confusión, las exclamaciones de los asistentes no se dejaron esperar y los gritos de Manuel y su esposa fueron muy impresionantes al verse ambos envueltos en las llamas; el miedo hizo presa de los personajes quienes intentaron abandonar el círculo.

-- ¡ DETENGANSE ! -- vociferó Matilde -- el fuego consumirá los malos espíritus, mas no a ustedes -- ella se agachó y tomo una rama de Chilca y golpeó con ella las cabezas y los cuerpos de la pareja.

-- Me estoy quemando -- gritó Yaneth -- cuando las llamas recorrían desde sus piernas hasta la cabeza.

-- Basta ya .. Sal de allí -- replicó Matilde -- sal de allí espíritu obsesor y vuelve a las profundidades, antes libera este hombre y esta mujer, que nada te han hecho.... Fuera, Fuera -- le gritaba mientras golpeaba varias veces con las ramas de chilca, y eructaba estrepitosamente. 

Yaneth cayó desmayada, mientras Manuel y el resto de la familia atónitos no daban crédito a los sucedido, quisieron entonces auxiliarla pero:

---Déjenla, déjenla descansar, su espíritu se encuentra en transición; ella sola, recuperará el sentido y la fuerza; el espíritu maligno se había empecinado en no abandonar la casa la fuerza y el poder ella y la guía del vaso, tuvieron éxito. -- dirigiéndose a Manuel -- Tome usted esta palangana y recorra todos los ambientes y rincones de la casa, pasando en cada cuarto repitiendo esta oración; luego regréselo a este lugar, y repite la misma operación con el bracero, poniéndole incienso en el recorrido.-
 

IV. Una noche tiempo después.

-- Vos Yaneth, al fin que crees que fue lo que pasó, o la cosa esa que sacamos de la maceta del patio.--

-- Era un entierro, Nos tenían ENFRASCADOS -- respondió -- dice doña Matilde que alguien nos quiso hacer daño, y nos metió en el frasco para provocarnos el Mal.--

-- Y vos crees en esas cosas --

-- No hay que creer, ni dejar de hacerlo, ¡ Hummm... -- bostezó -- Solo Dios sabe que nos hubiera ocurrido sino lo encontramos.-- Recordate que a don Chema, algo así le pasó, ¡ se murió el viejito ! --

-- ¡ Puchis, vos..... y como es que esas cosas existen...

Una sombra se escurre y deambula por las calles cargando una pena, mientras las nubes se juguetean con ocultar la luna llena, un perro aulla a la distancia y se hace eco con otros latidos; una ráfaga de viento transporta el lamento de un alma que llora su pecado, la sin ventura de su vida, una pena que arrastra como cadenas desde las profundidades de la noche.

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