miércoles, 18 de mayo de 2011

16 LAS DE ORIENTE

         La seis de la tarde, el pito del ferrocarril despertó a su paso en su paso por los helados rieles, mientras el cansado caminar del armatoste se recuesta en los vagones que atormentan con su bamboleo a los pasajeros que con estirados sombreros tratan de acomodarse en sus pensamientos en los asientos de mimbre de la primera clase.

          El jolgorio se hacía presente en la famosa Estación de la Ermita, donde los parroquianos se forman de una sola fila en el andén del edificio, con sus pañuelos en la mano dando la bienvenida a los extraños viajeros pasantes.

          Rechinan las metálicas ruedas de la máquina que resopla en largo suspiro, mientras suelta un chorro de humo blanco, que le humedece el bigote al detener su marcha. En la esquina de la ventana mayor se asoma el maquinista, quien con una mano repica la campana que anuncia la parada del tránsito.

          Ya los patojos se han atrevido a guindarse de las portezuelas y las escalinatas que se llenan de personas que disfrutan del movimiento del convoy procedente del Atlántico norte.

          Las damas almidonadas de cientos de fustanes de todos los colores se apean, con gracia y señorío, los asistentes arrastran sendos baúles y maletones de gran tamaño, los costales vuelcan en el piso cargados de no se que! Es tarde y los vientos alborotan los paletones de las vestimentas, y rebotan en los sombreros con sedalina que amarran en el cuello al voltearse hacia atrás hace despeinar los cabellos y alguna que otra trenza con nudo de corbata que se mece al compás del movimiento de las caderas.

          Los carretones se hacen acomedidos en cargar los equipajes de las damas, que sorprendidos del paisaje vespertino se emocionan al introducirse en el carruaje de dos jamelgos, que a medio trote las conduce presurosamente hasta la avenida de los árboles, mejor conocida como camino a Chinautla.

Impresionante la ciudad de principios de siglo, los escasos autos, milagro de tecnología de esos años se aventuran a circular en las calles decoradas de piedra, compitiendo con el tranvía que circula hacia la Parroquia de la Santa Cruz.

          Allí donde se encuentra el tanque de las lavanderas y a pocos metros del mercado cantonal, esquina opuesta al templo de San José, se encuentra la mansión del Lic. Andrés Girón, al estilo de la casa patronal de 1832 frente al Calvario en Chiquimula, el portón a la derecha con el escudo de armas en el acápite de hierro, metros hacia adentro se escurre hasta el patio, en cuyo centro se erige una fuente de piedra con un chorro de cabecera, que rebalsa los recipientes en forma de copa hacia la pileta redonda de cuerpo.

          Elenita y Rosita reciben con alegría a sus primas de oriente, La Teresita, la Trinis y la Chabelita quienes de estreno para el viaje, en atuendo de juventud muestran su singular belleza, de ojos claros y pelo canche no ocultan la emoción de su primera visita a la cosmopolita capital. La servidumbre se apresta a la nueva actividad de acomodar a las visitantes, que con todo el caché se introducen en el salón mayor de recepción, cabildeando con señorío charlan de las emociones del viaje.

Han transcurrido perezosamente algunas horas hasta que el Lic. Girón hace su entrada en el lomote su caballo, el tableteo de los cascos anuncia de autoridad, el mayordomo sostiene las riendas del corcel, y las espuelas hacen contacto con las lajas del piso, se sacude el traje y presto llega hasta el salón donde le esperan las visitantes.

---Las hijas de Tío Vicente han llegado, papa…----le anuncian.

--- Bienvenidas a esta su casa y a la capital de la República de Guatemala, bellas damiselas---

--- Buenas tarde Papa Andrés --- contestan a coro las visitantes.

--- Como se encuentra Vicente y Doña Mariíta.---

--- Muy bien tío --- responde Chabelita.

          La más bonita de las jóvenes, con su cabello ondulado café claro, de ojos verdes como de mar, de mirada profunda y enigmática, con la batuta en la mano de respuestas cortas pero certeras y carácter dominante. Su rostro con un cutis esplendido, suave, lozano de piel blanca que hacía armonía con lo estilizado de su cuerpo y hermosas pantorrillas.

--- Hemos llegado con el mensaje de agradecimiento de mis papás, por la agradable invitación a esta su casa Tío….y la hospitalidad de Elenita y Rosita.---

___ Bien que disfruten la estancia en esta su casa.--- revolviéndose el bigote el Lic. Girón, se retira del aposento.— 

          La antañona avenida coronada con muchos árboles de trueno, interesantes gigantes que se descalzan sobre el Arriate de la acera, sacudidos por el viento y acompañados de los nidos de los pájaros que se hamaquean en sus ramas llenas de frutitas moradas que salpican de alfombra la empedrada calle. El bullicio de las mujeres que se aglomeran en la Pila pública, con sus chorros de límpida agua que estrenan junto a los lavaderos los chismes y las noticias de la ciudad. La enrejada puerta  de par en par parece el pasadizo de los transeúntes y parroquianos que se detienen junto a la banqueta para comentar  las bellezas de la tarde.
          Una ventana de vidrio opaco con corazones y flor de Liz, se bate hacia adentro, varios ojos verde azules, trenzas y sonrisas se dejan escapar por la rendija.

--- Bien, verdad que se los dije ---

--- Si, allí están.---

En el lado opuesto de la calle, dos apuestos jóvenes se detiene a la sombra de uno de los centenarios Truenos. Luis de traje formal, oscuro y sombrero de ala ancha, recostado sobre el árbol, con una mano izquierda metida en el bolsillo, se muestra como dando una señales levantando el brazo, como quien arregla el ala del sombrero.

--- El es--- dice Elenita – él es mi novio.--- y viene con un amigo, lo ven---
--- Y es muy guapo……----

          Si, el segundo caballero de camisa blanca almidonada, de pantalones guangochos a la usanza de la época, moreno y de nariz  aguileña, un pequeño bigotito, como un hilo sobre el labio y anteojos claros como sin aros, sostienen en su mano derecha un cigarrillo que de cuando en vez arremete en la respiración exhalando bocanadas de humo blanco.  En el hombro sostiene un suéter color marrón que hace un magnifico juego con la camisa de manga larga color beige de líneas finas un poco mas oscuras.

--- Bueno y esperan que salgamos? – preguntan las invitadas.
--- Esperen … iré a ver donde se encuentra mi papa ---

          Como furtivas hadas de los cuentos se escurren por el patio hasta el zaguán de la casa, después de retirara la tranca y en el mas estricto silencio, mueven el picaporte y la puerta sede con un pequeño chirrido, lo cual las deja inmóviles, hasta que el sombrero de Elenita trasciende el umbral y se deja ver en el exterior, ella sale y con un dedo en la boca en señal de silencio conduce a las otras dos.

          Como haciendo la circunstancia interesante ella se extrae dedo con dedo el guante de color beige de la mano derecha, como batiéndolo para hacer señales de acercarse. Rosita y Teresita se han quedado en la ventana, muertas de miedo pero curioseando el espectáculo del encuentro

          Los jóvenes temerarios cruzan la calle, no sin antes de percatarse que haya tráfico, el tranvía hace su arribo, halado de dos corceles, que les hace refrenarse, pasado en transporte cruzan la línea y se aproximan al frontispicio de la casa, dejándose un tanto ocultos en un grueso árbol.

          Las muchachas con gruesos y sendos fustanes y zapatillas a lo cenicienta, se quedan inmutables y de espaldas hacia donde se aproximan, con sus sombreros de listón y un pañuelo de vuelitos con que tratan de cubrir sus respingadas narices, cuchichean cuanta tontera con el fin de no darse aludida s a la visita.

--- Pitts… Pitts…. Elenita….!---
--- ¡ Señorita Elena!, --- dice con mas autoridad --- Como está --- me permite presentarle a un amigo.---
          Haciéndolo despectivamente y sin contestar, se pone de lado y permite que los dos caballeros se acerquen.

--- Pues bien como está Don Luis---- haciéndole un guiño --- que lo trae por aquí.—
---Además de venirla a saludar y a decirle al oído cosas bonitas, me permití traer a Juan, mi amigo, casi como mi hermano, pues oí decir que venían a la capital unas familiares suyas---

---Está en lo correcto, pero mejor diga que yo le encargué que me presentara a su amigo, ya que mis primes que vienen de Chiquimula, además de ser solteras, son muy bonitas y Casaderas----

--- Permítanme presentarme --- dirigiéndose a Chabelita --- Mi nombre es Luis Aguilar, a sus respetables ordenes.

          Tomando la mano de exquisita blancura, depositó un pequeño beso en el dorso, la joven haciendo una pequeña reverencia y sosteniendo su ancho vestido, hizo una genuflexión.

---Rosa Isabel Girón--- respondió.
--- Y el Galante caballero que le acompaña --- dijo Elenita.
--- Permítanme --- invitándole a participar.
---- El es Jorge Negrete……----y el rostro del muchacho se sorprendió--- ¡ Ah!... perdón, es que así le dicen sus amigos, o no creen ustedes que se parece al artista mejicano de ese nombre.---

---- Juan Medina, a sus ordenes, jovencitas guapas de oriente!.----        

          Tomó delicadamente la mano de Chabelita y como que no quería soltársela, y un cruce de miradas fueron mas que suficientes para ver que se había interesado el uno en el otro. Mientras tanto Elenita flirteaba con Luis, contorneándose como un pavo real, mientras él le secreteaba algo cerca del oído, por supuesto a todo esto nadie se había percatado, pero de pronto.
--- MI PAPA…….------ grito Rosita quien asomó repentinamente por la ventana.
          Las muchachas se juntaron cerca de la puerta con el fin de no dejar pasar al Licenciado. Mientras, ni lerdos ni perezosos los jóvenes huyeron despavoridos, rumbo a la calle del Cuartel General.

--- Que es lo que pasa aquí---

--- Nada Papá…., nada, nos encontrábamos en la puerta y pasaron unos vendedores ambulantes ofreciendo frutas de la época…. Pero ya se fueron….. Yo se que a usted no le gusta que platiquemos con las gentes de la calle.  ¿Verdad papá?--- mientras le sostenía la solapa y le empujaba hacia el interior.

--- Hum….. Hum…. Se me hace que eran otras cosas.--- insistió --- Elena que es eso de dar esos ejemplos a sus primas?.----



          Un tren se aleja de la estación de la Ermita hacia el Norte, son mas de las 7.25 AM. Cuando el ferrocarril abandona el anden de la estación, en el último de los vagones, van las de oriente con sus trajes de múltiples fustanes, las sombrillas de la última moda, el colorete en los labios y mejillas, ya parecen de la capital, la coquetería la llevan en la moda. Con blancos pañuelos se despiden a lo lejos de su tío, de sus primas, el maquinista suena el pito y el convoy se hace  a la marcha rechinando en los rieles como cansados de su largo viaje.
          Adelante donde termina la estación el Joven del bigotito, levanta el sombrero en son de despedida, un beso parte de su persona hacia la distancia, a la señorita de los ojos zarcos y pelo castaño, la que le robó su corazón.

---- Juan Medina……. Señorita Girón – grita al movimiento.--- espero volverla a ver hasta pronto.

---- Si… Si Juan Medina……JUANITO….----












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